Activismos digitales: entre hashtags y nuevas formas de rendición de cuentas democráticos

Los activismos digitales, comprendidos como formas de intervención ciudadana no profesional y voluntaria en plataformas de redes sociales, han aumentado significativamente en los últimos años. Así, se han convertido en portadores de voces con capacidad de intervención tanto en la opinión pública como en la construcción de políticas públicas. Los gritos en Twitter, Facebook y en las calles de distintas ciudades reclamaban la presencia del Estado para resolver problemas que parecían invisibles.

IA, INNOVACIÓN Y TECNOLOGÍAACTUALIDAD Y POLÍTICAINSTITUCIONES Y GOBIERNO

Pilar Pérez Díaz

12/18/20244 min read

Los activismos digitales, comprendidos como formas de intervención ciudadana no profesional y voluntaria en plataformas de redes sociales, han aumentado significativamente en los últimos años. Así, se han convertido en portadores de voces con capacidad de intervención tanto en la opinión pública como en la construcción de políticas públicas. Los gritos en Twitter, Facebook y en las calles de distintas ciudades reclamaban la presencia del Estado para resolver problemas que parecían invisibles.

Desde hashtags en las redes sociales hasta intervenciones creativas en el espacio urbano, los activismos digitales han demostrado su capacidad para generar impacto social pero ¿podemos decir que esto también se ha traducido en impacto político? También se nos presenta un segundo interrogante: en un momento político en el que resuena la ausencia del Estado, estos activismos reclaman mayor intervención del mismo pero retomando la pregunta de Martin Gurri ¿los activismos digitales confían en las instituciones? En el siguiente artículo realizaremos un repaso por los activismos digitales, analizando sus victorias problematizando las vías alternativas para construir una democracia 3.0.

Activación política ciudadana y hashtags petitorios

#NiUnaMenos, #UniversidadPública, #DefendamosPuntaTombo. Tres hashtags distintos pero que tuvieron un impacto más o menos similar: alertaron y reclamaron al Estado su intervención en problemáticas específicas marcando el terreno al enfoque de políticas públicas.

  • El hashtag #NiUnaMenos fue un correlato de una acción pública impulsada por periodistas y escritoras en una plaza porteña señalando el hartazgo social frente a los femicidios. Su activación en la red de Twitter fue el 11 de mayo de 2015, sin embargo el hashtag se masivizó de cara a la convocatoria presencial del 3 de junio de 2015.

  • El hashtag #UniversidadPública se activó en abril de este año en torno a la “Marcha Federal por la Educación Pública”, en el marco de reclamos presupuestarios contra las autoridades nacionales. Allí reunió diversas consignas generales considerando la educación como un derecho y símbolo nacional pero también reunió consignas particulares por el aumento del presupuesto, la extensión de becas para garantizar el trayecto universitario, entre otras.

  • Finalmente, el hashtag #DefendamosPuntaTombo fue activado en redes por organizaciones civiles en octubre de 2024 en el marco de una causa judicializada ante el daño ambiental agravado y crueldad animal contra los pingüinos Magallanes en la Reserva Punta Tombo en 2021. De esta manera, el hashtag permitió la circulación de información que no se encontraba presente en medios de comunicación tradicionales junto con la recolección de firmas.

Los tres hashtags corresponden a tres agendas temáticas muy distintas entre sí: la agenda feminista, la agenda educativa y la agenda ambiental. Sin embargo, tuvieron como punto en común que las redes sociales permitieron la masificación de pedidos diversos a las autoridades para intervenir en una temáticas particulares. Paralelamente, generaron una amplia y distintiva movilización presencial con nuevos símbolos, como los pañuelos, utilización de ilustraciones virales o intervenciones con libros. Así, el grito en las redes se traducía en el grito en las calles.

Las redes sociales se presentaron como vehículos masificadores de demandas ciudadanas insatisfechas y movilizadores de acción social con capacidad de entorno digital. El efecto de comunidad generado excedió los límites geográficos materiales, y en algunos casos, extendió los límites de los “barrios privados” algoritmos generados por los usuarios conectándose con nuevos o incluso reforzando su relación y creencias.

Internos y vías: ¿confianza o desconfianza en las instituciones?

El concepto legal de “femicidio” fue incorporado al Código Penal en 2012. Sin embargo, no era utilizado en los medios de comunicación en los que los asesinatos de mujeres era una problemática policial, no socialmente estructural. El activismo feminista que impulsó el hashtag #NiUnaMenos logró ampliar el tratamiento de noticias con perspectiva de género. Esto se tradujo en el aumento de la precisión terminológica y se visualizó en el desplazamiento en titulares de noticias de “crimen pasional” a “feminicidio” y “violencia de género”.

En el mismo camino, desde abajo activistas ambientales impulsaron el término “ecocidio” que refiere al delito ambiental que implica la destrucción en el largo plazo de la naturaleza y que es de difícil compensación o reparación. A partir del impulso de actores civiles de la agenda, el fallo de la masacre de pingüinos Magallanes en Punta Tombo incluyó el término “ecocidio”. A diferencia del término “feminicidio”, el “ecocidio” no se encuentra tipificado en el Código Penal, pero sentó un antecedente histórico al justificar la condena del victimario. Por otra parte, el hashtag #UniversidadPública instaló la agenda educativa en la agenda institucional siendo un tema de relevancia y problemático para el oficialismo nacional, teniendo que pronunciarse con nuevas medidas y abriendo instancias de negociación o enfrentamiento.

Rendición de cuentas y digitalización de la política, nuevos desafíos

Las distintas “victorias” de los activismos digitales no sólo recaen en la instalación de un tema en la agenda política sino también trasladando vocabulario específico a otros ámbitos movilizando a otros actores y reconfigurando dinámicas sociales y mediáticas. Sobre este último punto, los activismos digitales generan y circulan su propia información señalando autoridades y palabras fiables y no fiables. Parte de su importancia en la red, es que asumen rol como fast-checkers o “traductores ciudadanos”, ilustrando la información de una manera más impactante y más simple ante la desconfianza informativa. Por otro lado, las “victorias” también se consiguen legitimizando conceptos en la arena estatal.

Es aquí donde el ámbito judicial aparece en el centro de la crítica, principalmente a los tiempos y el camino burocrático que conlleva, pero también como espacio de reflexión y de escucha donde pueden materializarse los cambios en el largo plazo. En un doble movimiento se impulsa e integra la rendición de cuentas mientras que también se interviene en la formulación de políticas públicas. El carácter contencioso de los activismos no se diluye en el ámbito digital sino que allí se refuerza la movilización ciudadana y el encuentro de pares unidos por un mismo compromiso político.

Luego de este recorrido, la construcción de una democracia 3.0 implica la participación ciudadana en el entorno digital de manera informada, organizada e involucrada en las decisiones políticas y rendición de cuentas. Sin embargo es necesario afrontar el desafío de establecer un puente intermedio entre una mirada optimista o pesimista de las redes sociales y el lazo representativo, considerando a los activismos digitales como actores ciudadanos necesarios en el mundo político y de la política.