Acuerdo de Libre Comercio con Trump: ¿Argentina o Mercosur?

La posible firma de un Acuerdo de Libre Comercio entre Argentina y Estados Unidos bajo los gobiernos de Javier Milei y Donald Trump genera expectativas y desafíos. Aunque la afinidad política podría facilitar negociaciones, factores como las prioridades estratégicas de ambos países, las restricciones del Mercosur y los riesgos de adaptación económica complican el panorama. ¿Puede Argentina maximizar oportunidades como la transferencia tecnológica en este escenario?

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Agustín Polzella

12/11/20243 min read

La reciente victoria electoral de Donald Trump y la intención del presidente Javier Milei de fortalecer los lazos con Estados Unidos han reavivado el debate sobre la posibilidad de un Acuerdo de Libre Comercio (ALC) entre ambos países. Si bien un alineamiento político podría allanar el camino para las negociaciones, la concreción de un ALC dependerá de múltiples factores: intereses sectoriales, prioridades estratégicas de Estados Unidos y el consenso interno en Argentina respecto a los términos del acuerdo.

De lograrse este acuerdo, Argentina podría beneficiarse con un mayor acceso al mercado estadounidense, especialmente para sectores como el agroindustrial y ciertas industrias específicas. Sin embargo, el desafío radica en enfrentar una mayor competencia de productos estadounidenses y adaptar normativas locales a estándares internacionales.

Mercosur: ¿limitación o ventaja?

Algunos sostienen que el Mercosur se ha agotado como mecanismo de integración regional, argumentando que Argentina y otros países miembros encontrarían mayor prosperidad fuera de este esquema. Sin embargo, ¿es realmente viable desvincular los marcos económicos establecidos en el Mercosur? Sectores estratégicos como el automotriz, por ejemplo, dependen de las preferencias arancelarias y los incentivos actuales.

El debate sobre la utilidad del Mercosur no es reciente. A inicios del siglo XXI, durante el gobierno de Fernando de la Rúa, su gabinete discutía estrategias para liberalizar el comercio en el marco del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). En este contexto, el entonces canciller Adalberto Rodríguez Giavarini defendía la posibilidad de negociar la integración a través del Mercosur, considerando que, hasta ese momento, la promoción del comercio intrarregional había generado resultados muy positivos. Por otro lado, el ministro de Economía, Domingo Cavallo, sostenía que un enfoque unilateral era más viable, basado en una década de experiencia en la que el alineamiento irrestricto con Estados Unidos había demostrado ser beneficioso..

Otro elemento histórico que ha perdurado en el Mercosur es su estructura organizacional, establecida por las cláusulas del Protocolo de Ouro Preto en diciembre de 1994. Este marco institucional prioriza los intereses del bloque en las negociaciones externas, lo que implica que cualquier futuro acuerdo comercial debe ser negociado en conjunto, firmado y aprobado por la totalidad de los Estados miembros..

Esta condición representa el principal obstáculo para la firma de un Acuerdo de Libre Comercio (ALC). En términos pragmáticos, un Brasil liderado por Lula está prácticamente imposibilitado de aceptar un tratado de libre comercio con una economía altamente competitiva como la de Estados Unidos, prefiriendo continuar negociaciones con excepciones específicas, como en el caso del acuerdo con la Unión Europea. En términos políticos, tras los constantes insultos recibidos por el mandatario brasileño y las marcadas diferencias ideológicas entre ambos gobiernos en la mayoría de los temas políticos, sería prácticamente inevitable un veto a varias de las propuestas clave del plan de liberalización comercial del presidente argentino.

Avances previos y obstáculos futuros

El Trade and Investment Framework Agreement (TIFA) entre Argentina y Estados Unidos existe desde 2016, promovido por el entonces presidente Mauricio Macri. Desde entonces, el Trade and Investment Council se ha reunido periódicamente, abordando temas estratégicos como la liberalización comercial en sectores competitivos. Sin embargo, a pesar de haber atravesado ya ocho años de cooperación, el crecimiento del comercio bilateral prácticamente se ha estancado como se observa en la figura 1, en parte debido a los cambios de gobierno en ambos países y sus consecuentes reorientaciones en la agenda internacional.

Fuente: ICA-INDEC

Con Trump nuevamente en la presidencia, surge una pregunta inevitable: ¿qué tan prioritario será Argentina para un mandatario que centra su política en el reshoring, nearshoring o frienshoring de inversiones y empleos hacia Estados Unidos y sus socios comerciales? Considerando que México, un miembro mucho más relevante en el comercio estadounidense, ya enfrenta dificultades en este sentido, es difícil imaginar que Argentina logre posicionarse como una prioridad estratégica.

Finalmente, la inestabilidad institucional de Argentina, sumada a las fluctuaciones en la agenda internacional de ambos países, plantea serios desafíos para un posible ALC. No cabe duda que existe afinidad ideológica y personal entre Milei y Trump, considerando que ambos se consideran los generales de una batalla contra la “izquierda internacional”. Sin embargo, también es claro que sus enfoques económicos son divergentes: mientras Milei aboga por la apertura comercial, Trump prioriza el proteccionismo y la generación de empleos bajo condiciones menos competitivas a nivel global. El deseado intervencionismo estatal con fines nacionalistas del republicano es el mismo demonio que quiere extirpar Milei de la Argentina.

En este escenario, el camino hacia un acuerdo será, en el mejor de los casos, arduo y lleno de incertidumbres.