Brasil y China: relaciones comerciales en un orden global en transición
A lo largo de más de cinco décadas, Brasil y China han consolidado una asociación estratégica. La alineación en foros multilaterales y el comercio creciente han reforzado la relación. Este acercamiento se intensificó ante políticas norteamericanas, ya que Estados Unidos fue el principal socio de Brasil durante casi dos siglos. La emergencia de un orden global multipolar presenta oportunidades y desafíos, exigiendo equilibrio de intereses y fortalecimiento estratégico de ambos países.
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En 2009, China superó a Estados Unidos y se convirtió en el principal comprador de productos brasileños. Al establecer relaciones diplomáticas en 1974, Brasil buscaba diversificar socios y fortalecer su autonomía en política exterior. Desde entonces, China se ha consolidado como un socio indispensable, especialmente en comercio internacional. El rápido crecimiento de China a fines de los años 1990, impulsado por un intenso proceso de industrialización, aumentó su demanda de productos primarios. Esto elevó significativamente las exportaciones brasileñas de soja, mineral de hierro y petróleo. Paralelamente, Brasil se convirtió en un destino creciente de inversiones chinas en sectores estratégicos como energía, infraestructura y telecomunicaciones. Los riesgos incluyen la dependencia de la demanda china y la presión geopolítica derivada de la rivalidad sinoamericana.
¿Asimetría o dependencia mutua?
Existe una preocupación relevante por la concentración del comercio brasileño con China. En 2009, el país asiático representaba el 13,2% de las exportaciones brasileñas. Hoy, este porcentaje alcanza el 28% y 14 de las 27 unidades federativas tienen a China como principal destino de exportación. China es un gran consumidor de soja, y Brasil es el mayor productor mundial. En la balanza comercial brasileña, el 75% de todo lo exportado a China en 2024 consistió en soja, mineral de hierro y petróleo. Por otro lado, China se destaca por la exportación de manufacturas a Brasil, principalmente paneles solares y automóviles eléctricos, por casi 4.000 millones de dólares.
El riesgo radica en la dependencia de un solo país. Si existiera una crisis económica significativa en China, la economía brasileña se vería ampliamente afectada. ¿Qué harían los productores con tanta soja? Esta preocupación no es exclusiva de Brasil, ya que otros países de América Latina tienen a China como principal comprador. Una alternativa es diversificar mercados y exportaciones, aunque este proceso es lento y costoso para Brasil, cuya mayor concentración de ventas sigue siendo en commodities. En medio de las discusiones sobre profundizar las relaciones comerciales, China planea invertir hasta 27.000 millones de reales en los próximos años en Brasil.
Brasil x China x EE.UU.
Durante casi dos siglos, Estados Unidos fue el principal socio comercial de Brasil en una relación asimétrica. Esto cambió con el alineamiento comercial y estratégico entre Brasil y China. Ante las nuevas dinámicas globales y el ascenso chino, EE.UU. ha buscado reforzar su poder.
A principios de 2025, Donald Trump anunció una serie de tarifas de importación a diversos países. Según el presidente estadounidense, estas medidas buscan corregir desequilibrios comerciales y proteger la economía de prácticas desleales. Para Brasil y China no fue diferente. A su mayor competidor comercial, EE.UU. aplicó tarifas que oscilaron entre 125% y 51,8%, actualmente en 30%. En Brasil, tras desacuerdos con decisiones del Supremo Tribunal Federal sobre el expresidente, Trump aplicó una tarifa del 50%. Sin embargo, existe una larga lista de excepciones: jugo de naranja, aeronaves civiles, petróleo, vehículos y piezas, fertilizantes y productos energéticos.
En el mismo período del año pasado, los chinos compraron cerca de 12.000 millones de dólares en soja de EE.UU., mientras que este mes fue cero. Como forma de represalia a las tarifas irracionales de Trump, China suspendió la importación de soja estadounidense. Esta decisión impacta gravemente a los agricultores estadounidenses, con riesgo de quiebra. En algunos estados, hasta el 60% de la exportación de productos iba a China. Por otro lado, esta medida benefició al agronegocio brasileño, ya que China redirigió sus compras hacia la soja brasileña.
Paralelamente, crece la preocupación estadounidense sobre el fortalecimiento de los BRICS, parte de la estrategia multilateral de Brasil y China. La expansión del grupo en 2024 y las discusiones sobre el uso de monedas locales se perciben como alternativas al sistema financiero dominado por EE.UU. Trump, en particular, ha mostrado preocupación por el potencial del grupo de reducir la dependencia global del dólar.
La relación Brasil-China es central para la estrategia comercial y diplomática de ambos países. Para Brasil, es necesario ir más allá de ser proveedor de commodities. La diversificación productiva, la innovación tecnológica y el protagonismo diplomático son esenciales. En un mundo multipolar y en transición, el desafío brasileño es claro: aprovechar la asociación con China para el desarrollo, manteniendo autonomía frente a las grandes potencias. Solo así Brasil podrá consolidar una presencia competitiva en el nuevo orden global.