China, Estados Unidos y la conquista de la Luna

La desaparición de la Unión Soviética, el ascenso de China como potencia emergente y el declive relativo de Estados Unidos reconfiguraron el tablero geopolítico del siglo XXI. En este nuevo escenario, la carrera espacial recobró impulso y, una vez más, la Luna se convirtió en el epicentro de las ambiciones nacionales.

IA, INNOVACIÓN Y TECNOLOGÍAPOLÍTICA INTERNACIONALDESTACADOS

Carolina Colman

2/3/20253 min read

En 1972, el Apolo 17 marcó el final de una era y fue la última vez que los humanos viajaron a la Luna. Durante la Guerra Fría, la carrera espacial fue una extensión de la rivalidad militar y tecnológica entre Estados Unidos y la Unión Soviética, que transformó al espacio en un campo de batalla. Aunque este esfuerzo culminó con la llegada del hombre a la Luna, las limitaciones presupuestarias y la falta de objetivos estratégicos llevaron a la suspensión de las misiones tripuladas, y la exploración directa quedó suspendida durante décadas.

La desaparición de la Unión Soviética, el ascenso de China como potencia emergente y el declive relativo de Estados Unidos reconfiguraron el tablero geopolítico del siglo XXI. En este nuevo escenario, la carrera espacial recobró impulso y, una vez más, la Luna se convirtió en el epicentro de las ambiciones nacionales.

Estados Unidos y China: líderes en la nueva carrera espacial

Dos grandes potencias compiten por la supremacía dentro y fuera de la Tierra. En 2017, Estados Unidos presentó Artemis, un ambicioso proyecto liderado por la NASA en colaboración con otras agencias espaciales y empresas privadas. El programa busca regresar astronautas a la Luna y establecer allí una presencia humana sostenida que permita sentar las bases para la explotación de sus recursos y el establecimiento de rutas hacia otros destinos.

En 2020, los Acuerdos de Artemis definieron un conjunto de principios prácticos para orientar la cooperación internacional en esta nueva etapa, destacando aspectos como la paz, la transparencia y el intercambio de información. Con más de 50 países firmantes, estos acuerdos consolidan la autoridad estadounidense e incorporan las capacidades tecnológicas emergentes de naciones como India.

Por su parte, desde comienzos de siglo, China se ha convertido en un adversario destacado en materia espacial. Su programa lunar Chang’e ha logrado en poco tiempo verdaderas hazañas; entre ellas, el primer aterrizaje robótico en la cara oculta de la Luna y la recolección de muestras. Además, ante su exclusión de la Estación Espacial Internacional (EEI), ha construido Tiangong, su propia estación espacial permanente, que podría convertirse en la única disponible una vez que la EEI sea desmantelada.

Aunque Estados Unidos sigue a la vanguardia gracias al dinamismo de su sector privado, que reduce costos y fomenta la innovación, China ha demostrado una notable capacidad para optimizar recursos y desarrollar tecnología propia. A diferencia de los estadounidenses, mantienen un enfoque más hermético y de colaboración limitada. En 2022, firmaron un acuerdo con Rusia para la creación conjunta de la Estación Lunar Científica Internacional (ILRS), consolidando una alianza estratégica con la otrora segunda potencia espacial.

La Luna como recurso estratégico

La Luna ofrece posibilidades únicas para el avance de la exploración espacial. Se cree que los polos contienen agua congelada, un recurso que, al descomponerse en oxígeno e hidrógeno, constituye un elemento esencial para la producción de combustible y la sostenibilidad de misiones de largo plazo. Por su parte, el helio-3, escaso en la Tierra, pero aparentemente abundante en la superficie lunar, tiene potencial para revolucionar la energía nuclear limpia y podría utilizarse como combustible para cohetes de propulsión nuclear. Este componente es altamente atractivo desde el punto de vista comercial, y ya ha llamado la atención de diversas empresas.

El acceso a estos recursos será crucial, y quien se establezca primero podrá elegir dónde asentarse, asegurándose una posición estratégica para su eventual explotación. El resultado no sólo influirá en el prestigio de la nación, sino también en el desarrollo futuro de la carrera espacial y en la definición de los principios y normas que guiarán el accionar de la humanidad en el más allá.

El próximo destino

La competencia entre Estados Unidos y China por la conquista de la Luna refleja las dinámicas geopolíticas actuales y la creciente importancia del espacio para la seguridad nacional. Mientras Estados Unidos busca reafirmar su histórico liderazgo, China avanza con autosuficiencia y logros significativos. Sin embargo, a diferencia de los años cincuenta, lo que comenzó como un enfrentamiento entre grandes potencias ahora involucra un número cada vez mayor de países y empresas.

El control de la Luna será decisivo para pensar el futuro de la exploración espacial, y el establecimiento de una presencia sostenida es un paso clave para el siguiente gran salto de la humanidad: si la Luna es el primer destino, Marte será el próximo.