Conflictos geopolíticos: ¿transición hacía economías desglobalizadas y regionales?
Los conflictos geopolíticos están reconfigurando la economía global, afectando precios de bienes esenciales, inversiones y cadenas de suministro. La guerra en Ucrania, junto a la escasez de recursos, ha generado inflación y ha impactado especialmente a los países emergentes. En respuesta, los gobiernos adoptan políticas proteccionistas y las empresas buscan reubicar sus cadenas de valor en regiones más estables. Este nuevo escenario impulsa una economía más regionalizada, poniendo en evidencia los retos de adaptarse a un orden económico menos globalizado y más resiliente.
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En la actualidad, la intensificación de las tensiones y conflictos geopolíticos opacan las perspectivas económicas globales. En un mundo globalizado y de mayor interdependencia, las repercusiones económicas trascienden los límites y se extienden hacia los flujos comerciales, las cadenas de valor y el régimen monetario interno de cada estado.
Shocks y alza de precios
El efecto más inmediato y significativo de los conflictos es el shock en el precio de bienes económicos. A raíz de los conflictos provocados en Rusia, Ucrania y el Medio Oriente hubo una abrupta alza de los precios internacionales del petróleo, gas y granos -maíz y trigo-. La reducción del suministro y producción de estos productos básicos combinada con una alta demanda global genera una escasez de oferta. En consecuencia, produce una inflación en cadena que afecta no solo a los consumidores, sino también a la producción de aquellas industrias dependientes de estos productos básicos. Esto tiene un efecto aún más contundente en aquellos países emergentes de bajos ingresos que son importadores netos de alimentos y que no pueden enfrentar este aumento de precios.
Relocalización de cadenas globales de valor
De igual modo, los conflictos geopolíticos afectan a la inversión extranjera directa (IED) en zonas de conflicto. La incertidumbre económica y política desincentiva a los inversores a colocar capital en regiones inestables. En esta dirección, tienden a aumentar los incentivos a relocalizar los suministros de cadenas globales de valor (CGV) hacia países que presenten estabilidad política y seguridad jurídica. La fragmentación de la producción lleva a priorizar cadenas de valor más cortas y diversificadas para aminorar cualquier sanción económica. En términos de Baldwin, la expansión de los mercados hizo que las unidades de producción propende a agruparse y se concentren en clusters para disminuir los costos de comunicación y no de comercio. Los países especializados en sectores estratégicos como la tecnología o manufactura, están motivados a un reagrupamiento regional que ayuden a reforzar los lazos con sus mercados claves.
Desafíos para los Bancos Centrales
En un tercer plano, los Bancos Centrales enfrentan desafíos significativos en los países afectados por los conflictos internacionales. La consecuencia aledaña en las cadenas de suministro y mercado de materias primas empuja a aumentar la tasa de interés real para contener el proceso inflacionario de bienes, aumentar el ahorro y descender el consumo en el mercado interno. Sin embargo, una menor inversión implica un menor PBI. En tanto, puede desacelerar el crecimiento económico. El efecto total es desproporcionadamente mayor para los bancos de economías emergentes así como para aquellos estados que cuentan con escasos niveles de capitalización y de gran endeudamiento externo. Esto se traduce en mayores costos de financiamiento porque están sujetas a las presiones externas y por lo tanto, a un aumento en los costos de importación.
Los efectos de la fragmentación
Los enfrentamientos internacionales han llevado a los gobiernos a adoptar políticas proteccionistas como aranceles, cuotas a la importación o medidas para-arancelarias, con el fin de impulsar la competitividad nacional. Conjuntamente, la creciente incertidumbre en el sistema internacional fomenta la prevalencia de la lógica de la suma cero, es decir, las ganancias de una parte es igual a la pérdida que sufre la parte contraria. Este contexto fomenta la fragmentación económica y la tendencia a adoptar alianzas regionales para reducir la dependencia con las regiones en conflicto. En palabras de Kristalina Georgieva, la fragmentación de la economía mundial en bloques tiene un costo mayor para economías abiertas y aquellas que dependen de la cooperación internacional. Los acuerdos regionales son atractivos porque funcionan como seguro contra las barreras comerciales de otras naciones y por lo tanto, consolidan políticas comerciales que muchas veces pueden interponerse en la estabilidad del proceso democrático.
¿Hacia la regionalización económica?
En definitiva, los incipientes conflictos geopolíticos están reestructurando el panorama económico internacional hacia un sistema más desglobalizado y regionalizado. En este aspecto, prima la resiliencia y la proximidad antes que la interdependencia. De esta forma, presenta desafíos para dar una respuesta integral al contexto adverso actual.