Crisis política y Ley Marcial: cómo Corea del Sur es un ejemplo de resiliencia democrática
Corea del Sur recibió al último mes del año con un intento de autogolpe. Sin embargo, la rápida reacción de la población y de los políticos opositores ha logrado derogar la ley marcial y convertir al país en un ejemplo de resiliencia democrática ante el mundo.
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Corea del Sur recibió al último mes del año con un intento de autogolpe. Contra todo pronóstico, el Presidente Yoon Suk Yeol decretó la Ley Marcial a las 23:00 horas del martes 3 de diciembre. ¿La motivación de tal declaración? La amenaza de “fuerzas anti-estatales norcoreanas” y su “penetración” en el principal partido opositor, el Partido Democrático.
Conforme a la Constitución de Corea, la ley marcial otorga al presidente del país las facultades típicas del Estado de excepción. El Decreto de la Ley Marcial sancionado por Yoon incluía la suspensión de los derechos políticos (como las manifestaciones, las asociaciones políticas e incluso de las actividades de la Asamblea Nacional, el principal órgano legislativo) así como el control de los medios y publicaciones. La declaración fue la primera de su clase desde la vuelta a la democracia en la década de los ochenta, en un país marcado históricamente por las dictaduras represivas.
Las reacciones al inesperado anuncio no tardaron en llegar. También conforme a la Constitución, la Asamblea Nacional tiene la potestad de derogar la ley marcial. Representantes del Partido Democrático se apresuraron a ingresar al edificio de la Asamblea y votaron, alrededor de la 1 de la madrugada, la derogación de la ley. Además, miles de coreanos se movilizaron en las calles a repudiar la medida del presidente y apoyar a los legisladores, logrando que el Presidente Yoon reconozca la derogación y levantase la ley marcial a las 4:30 del 4 de diciembre.
Los eventos relatados se desarrollaron en un período temporal relativamente corto: tan solo 6 horas. La rapidez con la que los coreanos reaccionaron a la ley marcial y lograron su derogación nos permite analizar la situación de erosión democrática que experimentan no solo Corea del Sur, sino varios países del mundo en la actualidad.
Erosión y resiliencia democrática
El mundo atraviesa una tercera ola de autocratización: a nivel global, más países se autocratizan de los que se democratizan. Esto no implica obligatoriamente la transición de un Estado democrático a uno autoritario (o sea, un quiebre democrático), pero sí la pérdida de principios fundamentales de la democracia liberal. Es a esto a lo que se conoce como erosión democrática, y suele materializarse en el desgaste de las libertades civiles y políticas de los ciudadanos, así como en la obstaculización a los controles de accountability horizontal.
Merkel y Lührmann (2021) plantean que la principal amenaza a la democracia en la actualidad es la asunción mediante elecciones democráticas de políticos que, eventualmente, busquen socavar las instituciones desde adentro una vez en el poder. En el caso del presidente coreano, el cual se encontraba debilitado frente a una minoría parlamentaria y a varias acusaciones de corrupción contra su esposa o sus funcionarios, vio en la declaración de la ley marcial una oportunidad de afianzarse en el mando del país: sin libertades políticas, no hay ni escrutinio público ni accountability horizontal que lo amenacen.
Sin embargo, tras los eventos del 4 de diciembre, los surcoreanos también han sido ejemplo de la resiliencia democrática: la habilidad de un sistema democrático de prevenir o reaccionar a la erosión democrática sin quebrarse. El concepto también implica la capacidad y rapidez de recuperación frente a un suceso erosivo. Merkel y Lührmann (2021) añaden que la resiliencia sólo es tal si los valores democráticos han penetrado en las costumbres políticas de la sociedad, ya que tanto civiles como representantes políticos juegan roles vitales a la hora de hacer respetar las instituciones democráticas. Es por esto que la rápida reacción de los civiles movilizándose en protesta y de los legisladores trasladándose a la Asamblea Nacional para así derogar el decreto del Presidente Yoon son los ejemplos tangibles de que, si una sociedad está convencida del valor de la democracia, puede revertir los efectos de un episodio de erosión democrática.