Diplomacia cultural en Corea del Sur: el soft power detrás del k-pop

Pocos países han logrado convertir el entretenimiento en un vector estratégico de política exterior como Corea del Sur. El fenómeno Hallyu, que va del K-pop a los dramas televisivos y la gastronomía, ha transformado la imagen internacional del país y fortalecido lazos bilaterales más allá de Asia. Pero este poder blando no está exento de tensiones: la sobreexposición de la cultura pop plantea desafíos sobre la autenticidad y ha generado resistencias en algunos mercados clave. Este análisis recorre la anatomía de la diplomacia cultural surcoreana y sus dilemas, en un mundo donde la cultura se ha vuelto un campo de batalla geopolítico.

CULTURAPOLÍTICA INTERNACIONAL

Agustina Erazú

5/5/20253 min read

Desde finales de los años 90, Corea del Sur ha transformado su cultura popular en una herramienta estratégica de poder blando. El fenómeno conocido como Hallyu o "Ola Coreana" abarca desde la música pop hasta las series televisivas, el cine y la gastronomía. Este movimiento no solo ha generado beneficios económicos significativos, sino que también ha potenciado la imagen internacional del país. Según un estudio publicado en el Journal of Indo-Pacific Affairs, la cultura surcoreana ha captado la atención global, generando un efecto dominó que no solo favorece económicamente a Corea del Sur, sino que también mejora su percepción en el exterior.

K-pop, series y kimchi: el nuevo rostro de Corea del Sur

El K-pop y los K-dramas se han posicionado como pilares centrales en la proyección internacional de la cultura surcoreana. Estos productos han despertado un interés masivo, impulsando a millones de personas a consumir contenido del pais asiatico, así como a conocer su idioma y visitar su territorio. Su impacto se refleja en el incremento del turismo y en la cantidad de estudiantes extranjeros interesados en la lengua coreana. Por otra parte, la gastronomía coreana-con platos emblemáticos como el kimchi o el bulgogi- ha ganado visibilidad internacional, erigiéndose como una herramienta complementaria de diplomacia cultural. La conjunción entre música, entretenimiento y cocina ha contribuido a construir una imagen moderna, dinámica y culturalmente influyente de Corea del Sur en el escenario mundial.

¿Marketing o diplomacia? La proyección global de una marca-país.

Empresas como SM Entertainment y HYBE han desempeñado un rol fundamental en esta estrategia, actuando como agentes culturales que difunden la cultura surcoreana a través del entretenimiento. Estas corporaciones no solo generan ingresos significativos, sino que también consolidan la reputación internacional del país. Por ejemplo, en su Informe de Sostenibilidad 2023, HYBE destaca su papel en la promoción global de su cultura, enmarcando sus actividades dentro de una visión de responsabilidad social y expansión cultural.

Asia, América Latina y más allá: ¿quién consume Corea y por qué importa?

La influencia cultural de Corea del Sur ha trascendido Asia, expandiéndose con fuerza en América Latina, Europa y América del Norte. En el contexto latinoamericano, por ejemplo, el K-pop y los K-dramas han formado audiencias sólidas y entusiastas, y su alcance trasciende lo artístico: en muchos casos, los elementos de la cultura coreana han sido incorporados en la vida cotidiana de los jóvenes. Este fenómeno ha sido impulsado por las redes sociales, que permiten una interacción constante entre los fans y los contenidos culturales. Un estudio de la Universidad EAFIT analiza cómo esta dinámica ha generado nuevas formas de consumo que refuerzan identidades y sentido de pertenencia en la región. Este acercamiento cultural también fortalece las vínculos diplomáticas entre Corea del Sur y los países de América Latina. El capital simbólico generado por el Hallyu puede traducirse en relaciones más estrechas en ámbitos como la educación, la innovación tecnológica o la cooperación bilateral. Así, el consumo cultural se convierte en una vía sutil pero efectiva de inserción estratégica en nuevas regiones.

Hallyu como herramienta diplomática: logros, desafíos y horizonte

La "Ola Coreana" ha funcionado como una herramienta eficaz de diplomacia cultural, pero también plantea desafíos importantes. Uno de ellos es la tensión entre la imagen moderna proyectada internacionalmente- a través del kpop, los dramas o el cine- y las expresiones tradicionales de la identidad coreana. Aunque algunas producciones integran elementos culturales autóctonos, como el uso del Hanbok o referencias históricas, diversos analistas advierten que la sobreexposición de contenido pop podría eclipsar o trivializar las raíces culturales del país. Esta tensión ha sido discutida en espacios como el Youth Peace Symposium, donde se ha debatido el equilibrio entre el atractivo global del Hallyu y la preservación de la autenticidad cultural. Además, la rápida internacionalización de la cultura surcoreana ha generado fricciones en algunos países receptores. En China, por ejemplo, su popularidad fue percibida por sectores oficiales como una “invasión cultural”, lo que provocó restricciones a la difusión de contenido coreano. En Japón, movimientos como el Kenkanryu manifestaron una resistencia explícita hacia la ola coreana, vinculándola a tensiones históricas y temores sobre la pérdida de identidad nacional. Estos casos reflejan cómo el soft power, aunque generalmente positivo, también puede generar reacciones adversas si no se gestionan con sensibilidad cultural y política.

La diplomacia cultural de Corea del sur, cimentada en la expansión del Hallyu, ha demostrado ser una poderosa herramienta de poder blando. A través del kpop, los dramas y la gastronomía, el país ha logrado proyectar una imagen atractiva. Sin embargo, este éxito también conlleva desafíos, especialmente en lo que respecta al equilibrio entre la modernidad y las tradiciones. Gestionar este poder cultural con sensibilidad será clave para fortalecer su reputación internacional y consolidar vínculos duraderos en distintos contextos geográficos.