Ecos de la Guerra Fría

Aun con sus diferencias, la rivalidad entre China y Estados Unidos remite a la lógica de la Guerra Fría. Sin embargo, mientras que aquella enfrentaba dos modelos opuestos —el capitalismo democrático y el comunismo soviético—, la actual no plantea un conflicto ideológico similar. China combina un sistema capitalista con un gobierno autoritario, en el que el poder está centralizado, una característica que también debilitó a la Unión Soviética. Estados Unidos, en cambio, mantiene su modelo capitalista-democrático.

POLÍTICA INTERNACIONALECONOMÍA E INDUSTRIADESTACADOS

Victoria Farina

5/3/20253 min read

Aun con sus diferencias, la rivalidad entre China y Estados Unidos remite a la lógica de la Guerra Fría. Sin embargo, mientras que aquella enfrentaba dos modelos opuestos —el capitalismo democrático y el comunismo soviético—, la actual no plantea un conflicto ideológico similar. China combina un sistema capitalista con un gobierno autoritario, en el que el poder está centralizado, una característica que también debilitó a la Unión Soviética. Estados Unidos, en cambio, mantiene su modelo capitalista-democrático.

A nivel global, la Guerra Fría estuvo marcada por un contexto de certidumbre, con bloques ideológicos definidos y reglas del juego relativamente claras. Hoy, el escenario es más incierto: entran en juego factores como actores no estatales, el ciberterrorismo y la ambigüedad en los compromisos políticos asumidos por las potencias. Además, muchos líderes regionales permanecen neutrales, buscando buenas relaciones con ambos para fortalecer sus capacidades y ganar autonomía.

La geografía como estrategia

Geopolíticamente, las fronteras de Estados Unidos le permiten ejercer una hegemonía híbrida: controla el continente y accede a dos océanos, lo que le facilita proyectar su poder a través de rutas transcontinentales. Durante la Guerra Fría, esta ventaja le permitió contener la expansión soviética y liderar el bloque occidental. Hoy, esas mismas ventajas le permiten hacer frente al ascenso chino, aunque enfrenta obstáculos como la presencia de China en zonas estratégicas y la creciente multipolaridad del sistema internacional.

La URSS fue una potencia expansionista con profundidad estratégica y abundantes recursos minerales y energéticos, pero también con limitaciones económicas estructurales. Aun así, logró consolidar una zona de influencia en Europa del Este. China, en cambio, es una potencia predominantemente terrestre que busca expandir su influencia mediante un "cinturón" de países euroasiáticos —similar a los “Estados satélites” de la URSS— y una “carretera” marítimo-comercial en el Indo-Pacífico y el Ártico. Esta ambición mayor genera tensiones, ya que involucra puertos, rutas y “puntos de estrangulamiento” clave para la navegación, lo que despierta la preocupación de sus vecinos y de Estados Unidos.

Interdependencia económica y competencia tecnológica

A diferencia de la Guerra Fría, hoy existe un grado importante de interdependencia entre Estados Unidos y China, tanto en lo productivo como en lo financiero. De hecho, China es uno de los principales socios comerciales de varias economías occidentales, y Estados Unidos depende de las manufacturas chinas en múltiples sectores. Esta interdependencia actúa como un factor disuasorio, lo que explica el aumento de restricciones comerciales y la reubicación de cadenas de suministro.

En el plano tecnológico, la competencia de la Guerra Fría se centró en la carrera armamentista y la exploración espacial. Hoy, se traslada a ámbitos como la inteligencia artificial, el ciberespacio y el desarrollo del 5G. China ha avanzado significativamente con empresas como Huawei y Alibaba, desafiando el liderazgo tecnológico de Estados Unidos. Como respuesta, este último ha impuesto restricciones estratégicas, limitando el acceso chino a chips y tecnologías de vanguardia. Un ejemplo es la Ley de Chips y Ciencia, sancionada por la administración Biden, que busca fortalecer la industria de semiconductores estadounidense y reducir la dependencia de proveedores extranjeros, especialmente chinos.

Un equilibrio inestable

La Guerra Fría culminó con una “larga paz”: ninguna de las dos potencias quiso declarar la guerra por temor a una tercera guerra mundial. En este sentido, Estados Unidos, con su experiencia en conflictos armados, parece mantener esa postura. China, por el contrario, carece de esa experiencia, lo que podría explicar, en parte, sus acciones cada vez más agresivas. Otro factor disuasorio relevante fue —y sigue siendo— el poder destructivo de las armas nucleares. Aunque hoy no hay una carrera armamentista similar, la aparición de nuevas tecnologías ha desplazado el foco hacia otras áreas de competencia.

Si bien existen similitudes entre ambas rivalidades, la globalización, el avance tecnológico y la interdependencia económica han transformado la naturaleza del conflicto contemporáneo. El futuro es incierto.