El avance autoritario de Orbán y la respuesta LGBTQ+ en Hungría

En los últimos años, Hungría se ha consolidado como uno de los casos más representativos del retroceso democrático en Europa. Bajo el liderazgo de Viktor Orbán, el gobierno ha impulsado políticas que restringen los derechos de la comunidad LGBTQ+, como parte de una estrategia más amplia de control político y exclusión social. Frente a este avance autoritario, la Marcha del Orgullo de 2025 en Budapest emergió como una manifestación masiva de resistencia y defensa activa de los principios democráticos.

ACTUALIDAD Y POLÍTICA

Agustina Acosta

7/29/20253 min read

Bajo la dirección del primer ministro Viktor Orbán y su partido Fidesz, en el poder desde 2010, el gobierno húngaro ha implementado políticas que han debilitado instituciones democráticas fundamentales. Particularmente, durante los últimos años, el oficialismo ha promovido un conjunto de leyes y normativas que restringen gravemente los derechos de la comunidad LGBTQ+. Estas disposiciones, si bien instauraron un clima de miedo, han enfrentado una resistencia significativa por parte de la población. Esta tensión culminó en la marcha del Orgullo más multitudinaria en la historia del país, realizada el último 28 de junio en Budapest.

Ofensiva legislativa

En 2021, el parlamento húngaro aprobó una ley que, bajo el argumento de proteger los derechos de la niñez, prohíbe la difusión en las escuelas de contenidos que “promuevan” la homosexualidad y la reasignación de género. A su vez, restringe representaciones LGBTQ+ en medios destinados a menores. La norma fue respaldada por una abrumadora mayoría parlamentaria (157 votos a favor y uno en contra), y recibió duras críticas tanto de la Unión Europea (UE) como de organizaciones de derechos humanos. La abogada general del Tribunal de Justicia de la UE, Tamara Ćapeta, declaró que esta ley socava los valores fundamentales de la UE: la igualdad, la dignidad humana y el respeto por los derechos humanos. Numerosos activistas sostienen, además, que la medida refuerza estereotipos negativos y limita la libertad de expresión. En este sentido, varias organizaciones de derechos humanos la han comparado con la legislación rusa del 2013 que prohíbe la denominada “propaganda gay”, la cual exacerbó la hostilidad hacia las personas LGBTQ+.

En línea con esa legislación, el gobierno de Orbán ha impulsado otras medidas que han profundizado el retroceso en materia de derechos LGBTQ+. Entre ellas se destacan la prohibición legal del cambio de género y el endurecimiento de las regulaciones relativas a la adopción por parte de parejas del mismo género. En marzo de este año, se aprobó una reforma a la Ley sobre el Derecho de Reunión, prohibiendo las reuniones que “promuevan” la reasignacion de género o la homosexualidad. Esta normativa impide la organización de marchas y actos pacíficos en apoyo al colectivo. Además, habilita sanciones económicas y el uso de tecnología de reconocimiento facial para identificar a las personas que participen. En este marco, numerosos activistas consideran que el oficialismo húngaro busca eliminar a las personas LGBTQ+ del discurso público, erosionando tanto el derecho a la protesta como la libertad de expresión.

La Marcha del Orgullo histórica

En ese contexto adverso, el pasado 28 de junio la sociedad civil húngara llevó a cabo la Marcha del Orgullo en Budapest. En los días previos al evento, los organizadores enfrentaron amenazas, presiones políticas y prohibiciones policiales. Para evitar la prohibición de la manifestación, el alcalde de Budapest, Gergely Karácsony, anunció que la Marcha del Orgullo se celebraría como un evento municipal. El municipio no está sujeto a la ley de reunión, por lo cual esta estrategia permitió sortear la restricción. La respuesta del gobierno fue extrema: Karácsony fue amenazado con prisión por parte de la ministra de Justicia.

Lejos de disuadir o silenciar, los ataques de las autoridades incentivaron una participación sin precedentes. Se estima que unas 200.000 personas marcharon tras la prohibición oficial, convirtiéndola en la mayor manifestación por los derechos LGBTQ+ en la historia del país. Participaron personas de distintas edades y procedencias, unidas en la exigencia de igualdad, respeto y fin de la discriminación. Este evento no solo otorgó visibilidad a la comunidad LGBTQ+, sino que también evidenció su disposición a defender sus derechos y los valores democráticos. De este modo, algunos analistas consideran que esta manifestación fue más que una celebración: fue una postura clara y valiente en defensa de la democracia, la dignidad y el Estado de derecho.

Un país en tensión

La situación actual en Hungría muestra una alarmante trayectoria autoritaria bajo el gobierno de Viktor Orbán. Las leyes anti-LGBTQ+, como la prohibición de la "promoción" de la homosexualidad en escuelas y las recientes restricciones a la libertad de reunión, no son incidentes aislados. Estos forman parte de una estrategia política deliberada para restringir derechos civiles y redefinir la identidad nacional bajo valores conservadores, marginando a las minorías y debilitando los principios democráticos fundamentales.

Frente a este panorama, la Marcha del Orgullo del 28 de junio en Budapest, que reunió a 200.000 personas, fue un acto de resistencia colectiva y una toma de posición frente al avance autoritario. Este evento no solo simbolizó una lucha por los derechos LGBTQ+, sino también un compromiso más amplio con la defensa de la democracia, la libertad y la tolerancia en el país. De cara a las elecciones parlamentarias de 2026, la polarización generada por estas políticas y la creciente movilización ciudadana serán factores determinantes en el futuro democrático de Hungría.