El costo de buscar trabajo
El mercado laboral actual muestra signos de estancamiento, con procesos de selección más largos y exigentes que se conforman como un nuevo mecanismo de gestión de la incertidumbre. El uso de nuevas tecnologías trasladó los costos de esta inestabilidad a los candidatos, quienes deben adecuar su perfil a los desiguales estándares del mercado laboral. ¿Hasta qué medida puede hablarse de una crisis en el modelo de trabajo y cuál es su impacto en los trabajadores?
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"En los últimos tres meses envié 513 solicitudes de empleo. Cambié y optimicé mi currículum en más de una ocasión, siguiendo las técnicas más novedosas de reclutamiento. A pesar de esto, las empresas con las que mantuve entrevistas pueden ser contadas con los dedos de una mano, y menos del 10% realizó algún tipo de devolución o seguimiento sobre el estado del proceso". Esta anécdota no es un caso aislado, sino que es una muestra de la condición actual de un mercado laboral saturado.
Redes de incertidumbre
La posibilidad de acceder a un trabajo o cambiarlo por otro choca con una realidad de estancamiento. Se trata de un fenómeno que avanza en paralelo al aumento de la desocupación en la Argentina, junto a una desaceleración regional tras la pandemia. Este proceso genera obstáculos para proyectar un horizonte estable, poniendo en duda la idea del trabajo como una garantía de movilidad social ascendente.
La crudeza de los procesos de selección es el resultado de un modelo laboral cuya perspectiva de empleo se volvió cada vez más limitada. Esta situación se vuelve más problemática al considerar que incluso los graduados universitarios encuentran dificultades para conseguir trabajo. La fragilidad del esquema laboral no radica en la falta de formación en la oferta de candidatos, sino en la incapacidad del sistema para absorberlos. Esta inestabilidad no es percibida como una circunstancia transitoria, sino como parte constitutiva de la existencia del mercado laboral.
Esta tendencia redunda en una extensión en la duración y la complejidad de los procesos de selección, con nuevas formas de administración del tiempo y los recursos humanos. La utilización intensiva de plataformas como LinkedIn y el aumento de los sistemas automatizados de reclutamiento acaban siendo herramientas de gestión de la incertidumbre. Al mismo tiempo en que buscan acortar los tiempos de intermediación y establecen una manera de democratizar el acceso al empleo, estos medios generan nuevas dinámicas de competencia y vulnerabilidad entre los trabajadores.
El aumento relativo de las postulaciones en línea en portales de empleo llevó al surgimiento de nuevas prácticas de selección. Se realizan prácticas no remuneradas durante el proceso de selección, búsquedas fantasmas para alimentar bases de datos internas. La generalización de estas prácticas es la expresión de que, lejos de colapsar, el modelo de empleo actual se consolida a través de las nuevas tecnologías, configurando a la incertidumbre como rasgo estructural del mercado de trabajo.
La falta de oportunidades laborales se suma al ghosting como moneda corriente en los procesos de selección. Esto empuja a muchos trabajadores a trayectorias de contratación informal como el único recurso disponible para generar ingresos corrientes. Así, se produce una creciente percepción de imposibilidad de acceder a un trabajo estable, incluso entre quienes cumplen con la totalidad de requisitos para los puestos solicitados.
El impacto en los trabajadores
La admisión a un empleo no depende únicamente de la formación o la experiencia, también de la capacidad para sortear satisfactoriamente distintas pruebas a lo largo del proceso de reclutamiento. El candidato debe optimizar su currículum para superar filtros automatizados (ATS) y cargarlo en plataformas online. También puede responder pruebas que poco tienen que ver con el puesto y estancarse en procesos de selección que pueden extenderse durante meses. Muchas de estas técnicas de reclutamiento funcionan más como filtros de descarte que como instancias genuinas de evaluación de los trabajadores.
El tiempo y las expectativas depositadas en cada postulación se convierten en un costo que asumen los propios candidatos. En tanto los reclutadores evalúan y seleccionan, los postulantes deben demostrar sus cualidades en forma constante, aún sin garantías. Además del tiempo invertido, el trabajador debe actualizarse permanentemente en nuevas “técnicas de empleabilidad”: cursos de armado de currículums, el pago de membresías en plataformas de selección para “mejorar su visibilidad”. La búsqueda se torna un trabajo en sí mismo, en el marco de una carrera por presentarse mejor en pocas líneas.
Algoritmos de exclusión
La utilización activa de inteligencia artificial en la búsqueda de personal redefinió los métodos de selección. Cada vez más reclutadores utilizan herramientas de filtrado automático o chatbots que obstaculizan el espacio para un intercambio genuino. Esta intermediación, lejos de ser neutral, introduce nuevos sesgos.
Los procesos de selección son excluyentes en la medida en que limitan las posibilidades de contratación de quienes no cuentan con la expertise necesaria para adaptarse a estos estándares. Los trabajadores que no encajan en los patrones algorítmicos predeterminados, por edad, trayectoria profesional o por no haber incluido la palabra clave correcta preestablecida para la búsqueda solicitada, acaban siendo rechazados por defecto.
La automatización también tiene un impacto directo en la calidad y el volumen de los puestos de trabajo disponibles. La progresiva incorporación de tecnologías en las empresas permite prescindir de trabajos administrativos o logísticos, reduciendo la demanda de empleos tradicionales. En este contexto laboral de menor creación de empleo, la competencia se intensifica. La obtención de un empleo depende en mayor medida de la capacidad de un candidato para dar respuesta a un esquema laboral que exige una adaptación constante.
Si no asistimos a una crisis en el modelo de empleo, sino a su consolidación en el marco de la modernización tecnológica y digital, cabe preguntarse cuál debe ser el lugar a desempeñar por las políticas públicas para revertir esta tendencia. No se trata sólo de acompañar esta transición, también es necesario garantizar mecanismos que no profundicen esta dinámica asimétrica en el campo laboral.
Normalizar la incertidumbre como parte de las reglas del juego impacta en las trayectorias profesionales y perpetúa un horizonte de desigualdad. El riesgo está en que la falta de empleo se vivencie como un problema personal o profesional, y no como el resultado de un sistema que administra la incertidumbre en su beneficio. El modelo de trabajo actual se afirma porque convierte la ansiedad, el tiempo y la dedicación de los trabajadores en un insumo gratuito para las empresas.