El papel de la cultura como activo económico en Puerto Rico

La cultura se utiliza tanto como herramienta política y medio para preservar la memoria en América Latina y el Caribe. La música, en particular, expresa las contradicciones sociales y políticas de la región y denuncia los legados coloniales que aún persisten. En Porto Rico, Bad Bunny, a través de su producción artística, ensalza la identidad puertorriqueña y promueve un impacto económico relevante con sus actuaciones en el país.

ECONOMÍA E INDUSTRIACULTURA

Alícia de Souza Machado

9/21/20253 min read

El arte, como reflejo de las dinámicas sociales, tiene el poder de despertar el pensamiento crítico y fortalecer la participación social. Además, puede consolidarse como un activo económico estratégico para los países. Actualmente asistimos al auge de alternativas culturales como el K-pop, el reggaeton o el funk latinoamericano, que mueven las economías, proyectando sus influencias internacionalmente. En Puerto Rico, la producción artística de Bad Bunny fortalece la identidad cultural y simultáneamente genera impactos sociales y económicos importantes.

Pertenece, pero no es parte

Para muchos, Puerto Rico nunca ha sido un país independiente,considerándolo una de las colonias más antiguas del mundo. Tras 400 años de dominio español, la isla pasó a ser un territorio no incorporado de Estados Unidos, que inicialmente impuso un régimen militar. En 1917, el Congreso otorgó la ciudadanía a los puertorriqueños tras la apertura del Canal de Panamá, medida que impulsó la migración masiva hacia el territorio continental. Tras la Segunda Guerra Mundial, Washington aumentó la autonomía: en 1947 autorizó la elección de gobernadores y en 1952 aprobó una constitución. Esta constitución convirtió la isla en Estado Libre Asociado, con autogobierno parcial pero bajo control del Congreso estadounidense. La economía creció con la Operación Manos a la Obra, que atrajo industrias mediante incentivos fiscales y elevó el ingreso per cápita en 500%. Sin embargo, Puerto Rico sigue sin soberanía plena: sus ciudadanos carecen de representación completa y solo cuentan con un comisionado residente sin derecho a voto. Así, la isla vive la paradoja de ser culturalmente latinoamericana, pero políticamente subordinada a una potencia extranjera.

De la identidad al impacto economico

En el ámbito cultural, sin embargo, la isla mantiene márgenes de autonomía. El reggaeton, impulsado por artistas como Bad Bunny, va más allá del entretenimiento: es un espacio de denuncia y afirmación identitaria. La canción “TURiSTA”, cuestiona el turismo masivo que ignora las dificultades del país. “El Apagón” ironiza los apagones recurrentes que sufre la isla y critica la privatización del sistema energético tras el huracán María. “LO QUE PASÓ A HAWAii”, expresa su temor a la gentrificación e insta a los puertorriqueños a no olvidar su historia. Finalmente, “LA MuDANZA”, conviven el orgullo por la bandera y la crítica política, reafirmando la identidad puertorriqueña.

Más allá de lo simbólico, estos fenómenos poseen un impacto económico tangible. Discover Puerto Rico estima 600.000 visitantes durante la temporada de conciertos en la isla, una serie de espectáculos realizados en plena temporada baja. El impacto económico podría añadir un 0,15% al PIB anual, suficiente para evitar el estancamiento del año fiscal. Además, se calcula que estos eventos generarán hasta un 3% de crecimiento temporal en el empleo turístico. A ello se suman efectos multiplicadores en sectores como transporte, hostelería, comercio y producción audiovisual, además de la proyección internacional de la isla como destino cultural.

Gracias a su alcance entre los jóvenes, Bad Bunny logra exponer las problemáticas de la isla con tono crítico. Al mismo tiempo, enaltece y genera un sentimiento de orgullo y autoestima. En redes sociales, los comentarios sobre sus presentaciones revelan nostalgia y un sentido genuino de pertenencia. Tener cuatro álbumes, cada uno alcanzando más de un top-of-billboard mundial, es motivo de orgullo para Puerto Rico y para la comunidad latina. En un territorio marcado por el debate sobre su estatus político, la cultura emerge como una herramienta y como un motor de crecimiento económico.