Gentrificación, turismo y expulsión urbana
Si bien la RAE no ha definido “gentrificación” en más que tan sólo una línea, este fenómeno del turismo sociológico lleva décadas de existencia, y desata debates acerca de su interrelación con algunos derivados del turismo. Sin embargo, no hay discrepancias respecto a su existencia en múltiples países y al peligro de ignorarlo, sobre todo para las poblaciones más vulnerables. ¿Será que se trata de estadíos en una misma cadena de causalidad? ¿Podría pensarse en una nueva forma de colonialismo moderno? Y si es así, ¿dónde estamos actualmente?
ECONOMÍA E INDUSTRIACULTURA


Si bien la RAE no ha definido “gentrificación” en más que tan sólo una línea, este fenómeno del turismo sociológico lleva décadas de existencia, y desata debates acerca de su interrelación con algunos derivados del turismo. Sin embargo, no hay discrepancias respecto a su existencia en múltiples países y al peligro de ignorarlo, sobre todo para las poblaciones más vulnerables. ¿Será que se trata de estadíos en una misma cadena de causalidad? ¿Podría pensarse en una nueva forma de colonialismo moderno? Y si es así, ¿dónde estamos actualmente?
Neologismos: La etimología de los conceptos
En primer lugar, el término gentrificación fue acuñado en los años 60 por la socióloga inglesa Ruth Glass, para referirse a fenómenos de transformación urbana, sustitución de la población y aburguesamiento. Se trataba de procesos de renovación de viejas zonas obreras próximas a Londres, mediante el arribo de sectores de estratos medios y altos, que “rehabilitaban” la deteriorada edificación. Como consecuencia principal se producía el desplazamiento hacia otras zonas de los residentes tradicionales. Estos, de sectores más bajos, eran expulsados, por una suba de los precios de la vivienda restaurada.
Gentrificación es una adaptación de gentrification, con la que se alude al proceso mediante el cual la población original de un sector o barrio es progresivamente desplazada por otra (proceso de invasión-sucesión) de un mayor nivel adquisitivo y capital cultural. La palabra inglesa gentrification deriva del sustantivo gentry (‘alta burguesía, pequeña aristocracia, familia bien o gente de bien’). El término se ha traducido también, con menor difusión y parcialmente, como aburguesamiento, elitización o aristocratización.
La gentrification implica un proceso de conquista, desarraigo y uso de la fuerza. No necesariamente incluye violencia pero sí empuje hacia la pobreza, mientras se incrementa el costo de vida para algunos pobladores que no ven otro remedio que irse. Es parte de la construcción de un “nuevo orden”, que resulta “menos civilizado, menos incluyente y más abierto al abuso del capital” pecuniario. En este fenómeno, la expulsión urbana de individuos se da por la imposibilidad de afrontar mayores alquileres, pero también, por la pérdida del sentido de pertenencia, que conlleva una ruptura del tejido social.
En segundo lugar, el término turistificación alude al impacto que tiene en los residentes la masificación turística. Es decir, las consecuencias de que los servicios pasen a orientarse más al turista que al ciudadano permanentemente. En este mismo sentido, también se emplea la alternativa turistización, que se usa además para indicar, de manera más neutra, que un lugar se vuelve más turístico. Ambos dos fenómenos, principalmente el primero, son generadores de turismofobia.
Diferentes autores definen la turistificación como un conjunto de complejos procesos de transformación a nivel territorial, social, económico, cultural, sobre un determinado espacio geográfico, o más bien como la ocupación del espacio físico y posterior transformación de este en un producto turístico para una gran cantidad de masas de consumidores. Lo cierto es que, en lo que respecta a gentrificación, el concepto es definido por todos los expertos de forma más o menos similar. En el caso de turistificación, aparecen variaciones sutiles, sobre todo en lo que respecta a la temporalidad de los sucesos. Esto resulta crucial en el análisis de la interrelación de ambos conceptos.
Rehabilitación urbana: gentrificación y ¿”gente de bien”?
Gentry se remonta a indicar “bien nacido” y un alto rango o para describir las cualidades compartidas por la gente. Si uno cuestiona, ¿quién la conforma? puede pensar que la palabra es sinónimo de “gentileza, gracia, donaire, garbo; la gentry no son todos aquellos que son aceptados como tales, o quienes pretenden serlo”. Siguiendo con este pensamiento, lo patrimonial y lo cultural se emplean como argumentos de desalojo por el “propio bien” del ahora antiguo residente o del espacio público.
Existen espacios urbanos que poseen factores, como las edificaciones envejecidas-desvalorizadas, las bajas tasas de ocupación, los lazos comunitarios débiles susceptibles de estigmatización, mayor proporción de alquileres, etc., que los vuelven permeables o sensibles a procesos de invasión-sucesión. Estos, a su vez, incluyen el grupo de espacios gentrificables (de atractivo social, económico y cultural para sectores de clase media-alta): con centralidad/proximidad a zonas valorizadas, identidad, valor histórico, edificación promocionable, etc.
En este último sentido, referido a la potencia del espacio, cabe mencionar el papel del capital a la hora de buscar formas para su reproducción bajo su lógica, que han acabado, en palabras de Lefebvre, por “convertir las ciudades en auténticas mercancías”. En este sentido, la teoría del rent gap explicaría la gentrificación en función de la diferencia entre el nivel de renta potencial y el de la renta actual del suelo urbano, bajo su actual uso. Cuanto mayor es esta diferencia, más posibilidades hay de que se produzca una reinversión de capital . Este diferencial de rentas puede venir determinado por el deterioro o la falta de inversiones actuales o, como en el turismo, por las enormes expectativas generadas sobre la renta potencial. De hecho: a mayor turismo, mayor brecha y, por ende, mayor probabilidad de gentrificación.
La gentrificación no es un proceso homogéneo entre ciudades ni dentro de las mismas, donde confluyen intereses tanto públicos como privados. Por ende, una de sus consecuencias suele ser, cuando no la expulsión urbana y/o consecuente dependencia del transporte (y sus costos) para el trabajo y la educación, una ampliación de las disparidades sociales entre residentes.
En América, la gentrificación sin expulsión urbana se expresa como el desarrollo de grandes urbes con una fuerte polarización o desigualdad social. Un ejemplo cercano que puede citarse son las villas y los asentamientos existentes en Buenos Aires. De hecho, en Argentina, existen varios ejemplos de gentrificación, con expulsión y con polarización del espacio (barrio La Boca, Puerto Madero, Abasto, Palermo y San Telmo). De esta forma, se configura un primer indicio en contra de la hipótesis de una cadena de causalidad.
Turistificación y gentrificación: ¿el uróboros de la sociología del turismo?
La masificación del turismo lleva aparejada una “acumulación por desposesión” entre el turista y el residente: a medida que el primero conoce el espacio turistificado, acumulando experiencias auténticas, el segundo se ve invadido en su identidad. El propósito del visitante, cada vez menos efímero, es encontrarse no con un montaje de la realidad, sino con el “detrás” de la vida de los residentes, despojados e invadidos en el proceso. La sacralización del espacio y creación de aura en torno de lo urbano generan “posturismo”. Particularmente, esto se produce en América Latina, donde los procesos de “puesta en turismo” deben su atractivo a su componente histórico y “Mágico”. En el Mediterráneo, por el contrario, la turistificación se debe más a una “disneyficación”, “tematización” convenida bajo una lógica consumista.
Contrario a ser un factor positivo, el carácter histórico de la turistificación latina hace que varios autores establezcan un vínculo más fuerte en estos casos con una consecuente gentrificación: “La gentrificación en los centros históricos de América Latina se debe más a su “turistificación” y a las políticas urbanas de los gobiernos locales, que a procesos basados en la acción de individuos gentrificadores de clase media”. Esto puede explicarse en buena medida bajo el concepto de gentrificación criolla, diferenciada por matices más críticos/violentos respecto de la gentrificación tradicional en la relación visitante-visitado, con un componente conflictivo como variable transformadora del espacio urbano (Simmel, 1986). En este caso, es importante hablar que la turistificación puede transformarse en gentrificación criolla ya que se trata de una presencia permanente del turista como sujeto en el espacio. Esta presencia no eventual impacta en las relaciones sociales no sólo de forma directa sino mediante la forma en que otros actores (proveedores de servicios y bienes privados y públicos) la interpretan.
Ahora bien, en el caso de ciudades como Venecia o Dubrovnik, más cercanas a casos estandarizados de turistificación, un proceso de gentrificación ha sido predecesor y no sucesor a la tematización de las ciudades. Entonces, ¿el turismo en el mundo capitalista es necesariamente turistificador y gentrificador? Britton (1991) respondería afirmativamente a la primera cuestión en cuanto cómo la actividad turística transforma socioespacialmente el medio en que se desenvuelve dicha actividad. Respecto a si guarda relación con un proceso de gentrificación, nuevamente la respuesta es afirmativa, pero esta vez con una dirección causal aún indeterminada. Podría pensarse, por lo antes desarrollado, que la misma dependerá de si se trate de un espacio de valor histórico o no.