Infancias en riesgo: el narcotráfico internacional y la vulneración de los derechos de los niños

En las últimas décadas, el narcotráfico se ha consolidado como uno de los fenómenos criminales más complejos y transnacionales de nuestro tiempo. Su impacto no se limita a la esfera delictiva, sino que alcanza profundamente a la estructura social, económica y política de los Estados. Entre sus efectos más alarmantes, se encuentra la vulneración sistemática de los derechos de la niñez, especialmente en contextos donde las redes criminales operan con impunidad y las instituciones estatales son frágiles o cómplices. El narcotráfico internacional atenta contra los derechos fundamentales de los niños y niñas, quienes se ven convertidos en víctimas invisibles de un sistema violento y profundamente desigual.

EDUCACIÓN Y SALUDDESTACADOS

Agustina Erazú

7/3/20253 min read

Reclutamiento forzado y uso de niños por redes de narcotráfico

Uno de los mecanismos más visibles de vulneración de los derechos de la infancia es el reclutamiento forzado de niños por parte de organizaciones narcotraficantes. En países como México, Colombia, Brasil y El Salvador, menores de edad son utilizados como "mulas" para el transporte de drogas, como vigías en las zonas de operación, e incluso como sicarios, dada su condición de inimputabilidad penal o su exclusión de los sistemas de justicia tradicional.

Esta explotación ocurre en contextos de pobreza extrema, violencia estructural y ausencia de oportunidades educativas o laborales. El uso sistemático de menores no solo pone en riesgo su integridad física y emocional, sino que también perpetúa ciclos de violencia que los acompaña a lo largo de toda su vida. Muchos niños son forzados a cometer crímenes o a integrarse a estructuras criminales bajo amenaza de muerte o represalia contra sus familias.

A nivel psicológico, se observan impactos como cambios bruscos de ánimo, ansiedad, temor crónico, culpa, trastornos del sueño y, en los casos más graves, depresión e ideación suicida. Estas alteraciones pueden consolidarse en rasgos de personalidad y marcar de forma permanente su trayectoria vital. Además, la manipulación emocional y la naturalización de entornos violentos desdibujan los límites entre víctima y victimario, generando subjetividades fracturadas desde la infancia.

Infancia desplazada: narcotráfico, violencia y migración forzada

Otro de los impactos más devastadores del narcotráfico en la niñez es su papel como generador de desplazamiento forzado. En el Triángulo Norte de Centroamérica (Guatemala, Honduras y El Salvador), miles de niños y niñas han debido abandonar sus hogares junto a sus familias para escapar del control territorial ejercido por las pandillas y cárteles.

La migración infantil no acompañada se ha vuelto un fenómeno alarmante, con niños expuestos a redes de trata, abuso sexual, detención irregular y criminalización en las fronteras. Esta situación representa una doble victimización: primero, por la violencia que los expulsa, y luego, por la falta de protección en los países receptores. La interrupción de su educación, el trauma psicosocial y la desintegración familiar son consecuencias directas de este fenómeno.

Los niños desplazados que provienen de zonas controladas por el narcotráfico a menudo han sido testigos o víctimas de situaciones de abuso físico, negligencia o explotación. El abandono emocional y la falta de respuestas institucionales refuerzan un sentimiento de desamparo que los acompaña durante sus procesos migratorios y de integración.

El narcotráfico como obstáculo estructural para el cumplimiento de los derechos de la infancia

El narcotráfico no solo afecta directamente a los niños, sino que debilita las condiciones estructurales necesarias para garantizar sus derechos. Al corromper instituciones, penetrar el sistema político y generar economías paralelas, impide el fortalecimiento del Estado de derecho y obstaculiza las políticas sociales. La violencia asociada al narco disuade la inversión en zonas vulnerables, deteriora el acceso a servicios públicos y genera climas de miedo que afectan particularmente a mujeres, niños y adolescentes.

En estos contextos, el derecho a la educación, la salud, el juego y el desarrollo integral se ven gravemente restringidos. Las escuelas son ocupadas por grupos armados o convertidas en escenarios de violencia, mientras que el sistema sanitario es insuficiente para atender las secuelas físicas y emocionales de la niñez expuesta a estos contextos. Las infancias que crecen en estos entornos desarrollan baja autoestima, retraimiento, conductas agresivas o hipervigilancia, entre otras consecuencias. Las dificultades en el aprendizaje, el ausentismo escolar y la deserción son fenómenos frecuentes en estos escenarios.

Avances y omisiones en la agenda internacional de derechos humanos

A pesar de que existen instrumentos internacionales como la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) que obligan a los Estados a proteger a la infancia, la agenda global sobre narcotráfico ha priorizado enfoques securitarios por encima de la protección de derechos. Las políticas de "guerra contra las drogas" han intensificado la violencia sin abordar las causas estructurales que facilitan la incorporación de menores al circuito del narcotráfico.

La falta de presencia estatal, la debilidad de las redes de contención comunitarias y la inexistencia de mecanismos de restitución de derechos generan un vacío que es ocupado por el crimen organizado. En este sentido, las respuestas punitivas no solo son insuficientes, sino que pueden profundizar la estigmatización de niños y adolescentes que habitan territorios vulnerables.

El narcotráfico internacional representa una amenaza directa y estructural para el cumplimiento de los derechos de los niños. Es imprescindible que la comunidad internacional aborde esta problemática con un enfoque basado en derechos humanos, que ponga en el centro la protección integral de la niñez y la construcción de entornos seguros, equitativos y libres de violencia. Los Estados deben garantizar intervenciones tempranas, políticas sociales robustas, fortalecimiento de las instituciones educativas y sanitarias, y una firme respuesta comunitaria ante el avance del narcotráfico en los territorios donde viven los niños y niñas más vulnerables.