La institución educativa como eje transformador de realidades
La crisis educativa argentina no se resuelve con parches ni nostalgias. Para transformar el sistema, hay que pensar en grande: recuperar la autoridad docente, gestionar aulas diversas con una mirada humana, y hacer de la tecnología una aliada real, no un adorno. La clave está en dejar de improvisar. Sin una visión que combine inversión estatal, vínculos pedagógicos sólidos y ciudadanía digital, seguiremos formando estudiantes para un mundo que ya no existe.
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La reforma educativa es quizá el tema más urgente en la Argentina. Transformar la manera en que educamos en nuestro país requerirá un cambio estructural, que deberá iniciarse con un verdadero compromiso político y social por parte del Estado. Este compromiso debe materializarse en una inversión sostenida en infraestructura y conectividad y la construcción de un sistema educativo que garantice simultáneamente la equidad y la excelencia académica; promueva una actualización profunda de la currícula y las metodologías de enseñanza, alineándose con las necesidades de los estudiantes en el contexto global actual.
Volver al pasado no es una opción. La construcción de un vínculo positivo entre docente y estudiante es fundamental para el éxito de la reforma educativa. La única vía para que los docentes recuperen su prestigio y autoridad reside en la legitimación por parte de los estudiantes. De hecho, la autoridad pedagógica se construye cuando los alumnos se sienten convocados y genuinamente acompañados por sus profesores en espacios percibidos como seguros. Este ambiente de confianza, escucha activa y calidez facilita la interacción entre pares y con el docente, permitiendo a los estudiantes ser auténticos.
Por ello, la gestión efectiva en aula heterogéneas se convierte en otro requisito indispensable para que se concrete el proceso de enseñanza-aprendizaje. La educación debe trascender la mera memorización y los exámenes estandarizados para enfocarse en el recorrido individual de cada estudiante y prepararlos para los desafíos del mundo real. Se busca una educación integral para todos, reconociendo que cada estudiante es único y posee su propia trayectoria. En este contexto, el rol docente es el de un guía que facilita el desarrollo de habilidades socioemocionales combinadas con el pensamiento crítico y la resolución de problemas.
Y un tema no menor es el uso de las Tics y la IA que también juegan un rol crucial debido a que su implementación en educación no puede ser accesoria; sino que deben ser recursos transversales de las estrategias pedagógicas. En palabras de Mariana Maggio, “las aulas con alta disposición tecnológica representan una oportunidad pedagógica que no debe desaprovecharse” Esto tiene un doble sentido: potenciar las prácticas docentes y transformar el aprendizaje con el fin de impulsar la alfabetización digital y el desarrollo de la ciudadanía digital responsable.
Solo mediante esta integración estratégica se garantizará que la tecnología sea un verdadero motor de equidad, cerrando la brecha digital que hoy replica la desigualdad socioeconómica. Al preparar a los estudiantes no solo para usar la tecnología, sino para pensar críticamente sobre la IA y la ciencia de datos, el sistema educativo asegura su relevancia futura y los capacita para ser creadores de tecnología, no solo consumidores.
En fin, para revitalizar la educación en Argentina se necesita una visión proactiva e integral, que aborde tanto necesidades académicas como el desarrollo socioemocional y bienestar mental de los estudiantes y docentes. No se trata de elegir entre la innovación y prácticas pasadas. Por el contrario, para que la reforma educativa sea un éxito es tan necesario innovar como conservar. Sólo debemos enfocarnos en qué queremos cambiar y por qué, entendiendo que la educación es una prioridad nacional.