La paridad de Género en el Congreso Nacional
El Congreso Nacional de Argentina se perfila como un ejemplo alentador en la lucha por la paridad de género en los espacios de poder. Con casi un 43% de representación femenina, se posiciona como el Poder del Estado más cercano a alcanzar la igualdad. Desde la sanción de la ley de cupo femenino en 1991, el país ha liderado a nivel global en representación parlamentaria de mujeres. Sin embargo, los hombres siguen siendo mayoría, dejando claro que aún queda camino por recorrer. Este artículo analiza los datos, los hitos históricos y el impacto transformador de las legisladoras en el fortalecimiento de la democracia argentina.
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Aunque los escenarios planteados en torno a la participación política de las mujeres en los espacios de toma de decisiones claves, como lo son el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial, resultan desalentadores y plantean la necesidad de seguir impulsando medidas para lograr la paridad de género, encontramos en el Poder Legislativo de la Nación un panorama esperanzador. Según el Monitoreo Nacional llevado a cabo por Mujeres en el Poder, los datos revelan que es el Poder del Estado más cercano en alcanzar la paridad.
Las cifras demuestran que el Poder Legislativo está próximo a la paridad
El Monitoreo Nacional actualiza constantemente las cifras de participación de las mujeres en todos los ámbitos de representación política de la Nación. Como muestra el gráfico 1, en 2024 hay un total de 329 legisladores de los cuales un 42,9% son mujeres.
Por su parte, como se ve en el Gráfico 2, en la Cámara de Diputados la participación de las mujeres alcanza el 42%, una cifra que, si bien es superior a la media nacional, sigue siendo notoria la desigualdad en función al 58% de las bancas que ocupan los hombres.
En contraste, el Gráfico 3 demuestra que en la Cámara de Senadores la distribución de género es ligeramente más equilibrada, con las mujeres representando el 45,8% de las bancas.
Además, según el Informe “Mujeres en el Parlamento 2023” elaborado por la Unión Interparlamentaria, se ha posicionado a Argentina en un ranking mundial sobre el porcentaje de mujeres en las cámaras bajas o los parlamentos unicamerales en el puesto nº7, y el primer puesto respecto a las mujeres en las cámaras altas.
Argentina es pionera en la sanción de la Ley de Paridad de Género
Nuestro país, junto a Costa Rica (1990), fue uno de los primeros países en Latinoamérica en introducir el cupo femenino en 1991, con la sanción de la Ley Nº 24.012. Esta medida de acción afirmativa contribuyó considerablemente en aumentar la representación de las mujeres en el Congreso de la Nación al establecer un piso mínimo de un 30% en la conformación de las listas partidarias para los cargos legislativos nacionales. La aplicación de esta ley en la Cámara de Diputados fue casi inmediata o instantánea, mientras que en el Senado recién se tornó operativa en 2001, 10 años después de su sanción.
El Observatorio Político Electoral del Ministerio de Interior, Obras Públicas y Vivienda ha elaborado un gráfico respecto a cómo ha evolucionado en el tiempo el porcentaje de participación de las mujeres en ambas Cámaras desde la sanción de la Ley de Paridad de Género en 2009.
En particular, el gráfico demuestra que en la Cámara de Senadores, cuando la Ley de Paridad comenzó a ponerse en marcha en 2001, el porcentaje de paridad ha sido más alto que en el caso de la Cámara de Diputados. Solo en el período 2007-2009 la Cámara baja alcanzó el mismo porcentaje que la Alta, manteniendo esta tendencia hasta el período 2011-2013.
Por otra parte, se ve claramente el impacto que ha tenido esta acción positiva desde que se tornó operativa. En el caso de la Cámara baja, el bajo porcentaje de paridad aumentó progresivamente, y en 6 años logró su primer pico de más del 25% de mujeres. La Cámara Alta, por su parte, disparó su porcentaje entre un período a otro, logrando en el período 2001-2003 casi un 40% cuando en 1999-2001 apenas había un 5% de mujeres ocupando bancas.
El informe del Observatorio también entiende que “con el cupo femenino las mujeres no sólo pudieron acceder, estar en el Congreso, sino también actuar como representantes del pueblo y de los intereses de las mujeres”. De esa forma, continúa, se contribuyó positivamente en “en el desarrollo de una agenda legislativa que, amén del trabajo de diputadas y senadoras, comenzó a incluir temas relativos a los derechos de familia, adolescencia, de la mujer, de las niñas y niños, de los ancianos, y de otras minorías, como nunca antes”.
Conclusiones
A lo largo de los años, la legislación ha permitido garantizar una representación sustancial de las mujeres en las asambleas legislativas nacionales. El desafío radica en transformar estas cifras en una realidad sostenible en el tiempo. No obstante, los varones siguen siendo mayoría en este órgano del Estado.
Es claro que para seguir avanzando en construir un sistema más democrático, se deben redoblar los esfuerzos para garantizar una representación equitativa de hombres y mujeres en los órganos de toma de decisiones política. La mayor presencia de mujeres en el poder legislativo ha demostrado tener un impacto positivo. Sus voces y perspectivas han sido fundamentales para impulsar la aprobación de leyes y la formulación de políticas públicas que han redundado en la ampliación de los derechos de las mujeres en diversos ámbitos de la vida social.
Además, es fundamental entender que no es solo tarea exclusiva de cada gobierno de turno. Por su parte, los partidos políticos, aún deben fortalecer los principios de paridad y no discriminación en sus Cartas Orgánicas y en la composición de sus listas, garantizar su cumplimiento, así como promover entornos igualitarios y libres de violencias por razones de género.







