Los préstamos estratégicos de China en América Latina
A medida que China consolida su presencia global, sus vínculos económicos estratégicos se extienden más allá de Asia y África. En este contexto, América Latina ha pasado a ocupar un lugar central en la proyección internacional del gigante asiático. Comprender los préstamos estratégicos que China otorga en la región requiere analizar tanto los beneficios como los riesgos de la creciente dependencia económica, así como el alcance que esta relación tiene para el posicionamiento latinoamericano en el escenario global.
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La misión de China de ampliar su alcance global se ha manifestado de muchas maneras. Por ejemplo, sus relaciones estratégicas económicas ya no se limitan a Asia, como lo demuestra su creciente presencia en América Latina.
Este creciente compromiso en América Latina se manifiesta de distintas formas. Un ejemplo de esto es el papel de China como prestamista, superando a instituciones tradicionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) en la región. Si bien este desarrollo ofrece importantes oportunidades financieras, también plantea preguntas serias sobre dependencia financiera, vulnerabilidad económica y la forma en la que los países de América Latina dirigen sus políticas de exterior en el escenario internacional.
Los préstamos estratégicos
Los préstamos estratégicos chinos son inusuales en sus características en comparación a los prestamistas multilaterales occidentales. En primer lugar, la mayoría de los préstamos suelen estar administrados por bancos políticos controlados por el Estado, específicamente el Banco de Exportaciones e Importaciones de China y el Banco de Desarrollo de China. En segundo lugar, están respaldados por materias primas u otros activos estatales. En otras palabras, los préstamos están garantizados mediante los ingresos de las exportaciones de productos básicos y algunos otorgan a China el derecho a recibir beneficios a los activos estatales del país deudor.
Esta estrategia de préstamos refleja los objetivos económicos y geopolíticos más amplios de China. Por un lado, le da acceso a recursos naturales de la región. Esto se logra debido a que los préstamos están vinculados al suministro garantizado de productos básicos. A través de acuerdos de “préstamos por petróleo” y la Iniciativa de la Franja y la Ruta, los préstamos están respaldados por los ingresos de las exportaciones de productos básicos. Similarmente, la exportación de estándares de infraestructura chinos se logra a través de la Iniciativa de la Franja y la Ruta con el financiamiento de la construcción de infraestructura física y digital de países receptores.
Otro objetivo de la política exterior del gigante asíatico es fortalecer su influencia política y cultural alrededor del mundo. Los préstamos de China a menudo vienen acompañados por una obligaciones diplomáticas y de apoyo, inversión directa y acuerdos comerciales. Esto los convierte en algo más que instrumentos financieros: son vehículos de compromiso estratégico a largo plazo.
¿Socios comerciales?
En el centro de este modelo de préstamos está la alineación de los intereses de China con los objetivos de desarrollo de América Latina. Desde su ingreso a la Organización Mundial del Comercio en 2001, China ha ampliado sustancialmente sus lazos comerciales y diplomáticos con la región. El comercio entre China y América Latina superó los 450 mil millones de dólares en el 2021, y varios países del continente ya cuentan con Pekín entre sus principales socios comerciales. Esta relación también incluye inversión extranjera directa, desarrollo de infraestructura y la expansión de instituciones culturales como los Institutos Confucio.
Sin embargo, el desarrollo más impactante ha sido el ascenso de la potencia asiática como el mayor prestamista a nivel mundial, un cambio que ha alterado el panorama financiero de muchas naciones latinoamericanas.
Por qué América Latina elige cada vez más a China
Muchos gobiernos latinoamericanos continúan recurriendo a China para obtener créditos e inversiones, a pesar de las advertencias, cuyos peligros se discutirá más adelante. Esto plantea una pregunta: ¿por qué estos países están dispuestos a aceptar los riesgos asociados con estos préstamos? La respuesta reside en las dinámicas estructurales del sistema financiero internacional. Para muchos países en está región, particularmente aquellos agobiados por su deuda externa, el acceso al financiamiento occidental es limitado o condicionado. En contraste, el financiamiento chino generalmente viene con menos requisitos financieros.
A diferencia de los préstamos del FMI o del Banco Mundial, que a menudo exigen la implementación de medidas de austeridad, la privatización de servicios públicos o el cumplimiento de metas fiscales, los préstamos chinos enfatizan la no-injerencia y el beneficio mutuo. Este enfoque, catalogado frecuentemente como un ejemplo de cooperación Sur-Sur, resulta atractivo para países cansados de los condicionamientos de los prestamistas occidentales sobre los modelos de desarrollo de los países latinoamericanos. En contraste, los paquetes de financiamiento chinos suelen contar con menos restricciones. Esto los hace más atractivos, a pesar de los riesgos inaparentes a largo plazo. En este contexto, los préstamos chinos proponen ser no solo una opción económica, sino también una alternativa política y de desarrollo.
Críticas de los préstamos
Este acercamiento de Pekín a la región no viene sin críticas. Una de las principales preocupaciones es la falta de transparencia en sus prácticas crediticias. Muchos de sus préstamos no se registran completamente en las cifras oficiales de deuda pública, lo que genera una “deuda oculta”. Así, estos pasivos pueden duplicar o incluso triplicar las estimaciones oficiales de lo que los países latinoamericanos realmente deben. Si China llega a enfrentar una crisis financiera interna, estos préstamos ocultos podrían ser exigidos de forma repentina, con consecuencias devastadoras para las economías latinoamericanas.
La crisis financiera china podría no estar tan lejana. Expertos proponen que se ha vuelto cada vez más posible debido al debilitamiento de la economía china y las tensiones en su sistema financiero. Aunque el control estatal ha evitado históricamente colapsos de la economía, su relajación en los últimos años ha vuelto el sistema más frágil. Una crisis en la potencia asiática podría tener repercusiones inmediatas en países cuya estrategia económica depende en gran medida de su financiamiento.
Los lazos cada vez más profundos con China también presentan preocupaciones más allá del tema financiero. Críticos han advertido sobre una posible erosión de la soberanía, la degradación ambiental asociada a proyectos de infraestructura, problemas laborales y riesgos para la seguridad nacional. El creciente control de empresas chinas sobre infraestructuras críticas, como puertos, redes digitales y sistemas eléctricos, ha generado un debate sobre las implicaciones de esta dependencia. Si bien estos argumentos son preocupantes, a menudo se olvida qué los gobiernos latinoamericanos son actores conscientes que pueden percibir los beneficios de los préstamos y el acercamiento hacia China.
Cambios en el balance global
El discurso occidental que presenta la participación china como una amenaza corre el riesgo de simplificar una relación compleja, impulsada por prioridades locales, cambios en el balance de poder global y una transformación del modelo de desarrollo. Los países latinoamericanos no sólo son receptores pasivos de influencia extranjera; son actores estratégicos que navegan dentro de un sistema internacional limitado.
Los vínculos crecientes entre China y América Latina reflejan no solo las ambiciones estratégicas de China, sino también un sistema de desarrollo global en transformación. Los gobiernos latinoamericanos sopesan cada vez más los beneficios financieros frente a la estabilidad a largo plazo, y la autonomía frente a la dependencia. A medida que estas relaciones se profundicen, tanto los riesgos como las oportunidades serán más evidentes. Surge la pregunta: ¿Podrán las instituciones occidentales tradicionales reformarse para ofrecer condiciones más atractivas?