Minería espacial: vacíos legales y desafíos para un marco regulatorio global

La minería de asteroides promete revolucionar la economía con el acceso a recursos estratégicos como oro y tierras raras. Sin embargo, las reglas del juego aún no están claras. Mientras tratados internacionales como el de 1967 establecen principios generales para el uso pacífico del espacio, legislaciones nacionales y acuerdos como los de Artemisa han comenzado a trazar un camino hacia la explotación privada. Este artículo analiza las implicancias legales y económicas de esta industria emergente, planteando la necesidad de reglas claras que permitan el desarrollo ordenado de esta nueva frontera.

ECONOMÍA E INDUSTRIAAMBIENTE Y DESARROLLO SOSTENIBLEDESTACADOSIA, INNOVACIÓN Y TECNOLOGÍA

Carolina Colman

12/6/20243 min read

Los asteroides son uno de los tantos cuerpos celestes que orbitan en el espacio. Aunque su composición y estructura es muy variada, algunos de ellos podrían representar una fuente rica de materiales valiosos, entre otros: oro, hierro y tierras raras. A diferencia de la Tierra, donde los elementos más pesados se encuentran cerca del núcleo, en los asteroides estos materiales son mucho más accesibles. Aunque la minería espacial enfrenta desafíos técnicos gigantescos, el interés por explotar los recursos espaciales sigue creciendo, impulsado por su potencial estratégico y económico. AstroForge, TransAstra y Asteroid Mining Corp. son sólo algunas de las múltiples firmas que nacieron a lo largo de los últimos años. Pero si el futuro nos pisa los talones, es hora de que la comunidad internacional deje un par de reglas claras.

El marco jurídico internacional actual y sus limitaciones

El marco jurídico internacional incluye cinco tratados principales que regulan la exploración y el uso del espacio ultraterrestre. Dos de ellos son particularmente relevantes para la minería en asteroides:

El Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre (1967), ratificado por las principales potencias de la época, fue el primer instrumento multilateral en abordar cuestiones espaciales. Establece principios fundacionales, como el uso pacífico del espacio y el beneficio compartido para toda la humanidad. Aunque su artículo 2 prohíbe a los Estados reclamar soberanía sobre el espacio ultraterrestre, la luna u otros cuerpos celestes, la extracción de recursos no equivale, sin más, a una “apropiación nacional”. De hecho, podría argumentarse que el aprovechamiento de recursos, si se realiza con fines pacíficos y no contraviene otras disposiciones, cae dentro de la mentada "utilización" del espacio que se pretende regular. Asimismo, el artículo 9 menciona la posibilidad de introducir “materias extraterrestres” en “el medio ambiente de la Tierra”, siempre que no cause contaminación nociva o cambios desfavorables al medio ambiente.

El Acuerdo sobre la Luna y otros Cuerpos Celestes (1979) intentó fortalecer el marco regulatorio al declarar que la luna, los cuerpos celestes y sus recursos naturales son patrimonio común de la humanidad. Aclara que ni la superficie o subsuperficie, ni ninguna de sus partes o recursos naturales, podrán ser propiedad de ningún Estado, organización o individuo. Aunque esto podría argumentarse como una prohibición de la minería espacial, este acuerdo no ha sido ratificado por las principales potencias, limitando su impacto.

Iniciativas unilaterales y acuerdos recientes

La falta de consenso internacional ha llevado a varios países a legislar de manera unilateral. En 2015, Estados Unidos aprobó una ley que permite a las empresas privadas apropiarse de recursos espaciales extraídos. Luxemburgo, Emiratos Árabes Unidos y Japón han seguido un camino similar. Incluso en Argentina se presentó un proyecto de ley en ese sentido, aunque no prosperó.

En 2020, los Acuerdos de Artemisa, redactados por la NASA y la agencia del gobierno, buscaron interpretar el Tratado de 1967 al afirmar que la extracción de recursos espaciales no constituye una “apropiación nacional”, permitiendo que empresas privadas operen sin violar el marco jurídico existente. Los acuerdos fueron firmados por una veintena de países, pero no son vinculantes ni forman parte del derecho internacional.

Conclusiones

La explotación de recursos en asteroides plantea enormes oportunidades económicas, pero también desafíos legales, políticos y éticos. ¿Cómo evitamos que la explotación de los recursos espaciales siga el mismo camino destructivo que la explotación de los recursos en la Tierra? Los desechos espaciales ya son un problema. Regular la minería espacial antes de que se convierta en un desafío mayor es esencial para no devastar también otras partes del cosmos.

Resulta fundamental que la comunidad internacional discuta la elaboración de un nuevo instrumento jurídico que regule la explotación de recursos espaciales, garantizando que se realice de la forma más sostenible y equitativa posible. El establecimiento de un organismo internacional dedicado a supervisar y regular la minería espacial podría ser un paso necesario para evitar que los recursos se monopolicen, asegurando de alguna manera que los beneficios de esta actividad sean compartidos y no se concentren en manos de unos pocos. Este marco legal debe velar por la protección del espacio como bien común, promoviendo la cooperación internacional y estableciendo principios claros sobre el uso responsable de ese vasto lugar que desde hace siglos alimenta nuestra capacidad de soñar.