¿Por qué importa el Ártico?
El cambio climático ha acarreado una serie de cambios drásticos en el planeta, entre ellos el progresivo deshielo del Ártico. Lejos de generar alerta, el suceso presenta una nueva oportunidad en la geopolítica de los Estados del norte global.
AMBIENTE Y DESARROLLO SOSTENIBLEPOLÍTICA INTERNACIONALDESTACADOS


Difícilmente podría pensarse que algo bueno puede salir como consecuencia del avance del cambio climático. Sin embargo, el descongelamiento de los bloques de hielo del Ártico podría generar una nueva oportunidad geopolítica para los Estados aledaños: el deshielo ha despejado el Paso del Noroeste, una ruta marítima que podría unir a Europa con Asia cruzando la región ártica, en específico las aguas que bordean las costas de Groenlandia y Canadá.
Se trata de un tramo marino descubierto hace años, con las primeras expediciones de exploración ártica. Sin embargo el hielo, la complejidad de la marea y el ventoso clima de la región desincentivó que se consolide como una ruta marítima principal. Ahora, gracias al deshielo progresivo, ha ganado la atención de países como Estados Unidos, que bajo el segundo mandato de Trump declaró sus intenciones de tomar el control de Groenlandia. No es la única potencia con aspiraciones árticas: Rusia y China también mostraron su entusiasmo por una posible activación del Paso del Noroeste.
Rutas y algo más
No es de extrañar el interés generalizado: el Paso del Noroeste reduciría los tiempos de transporte a una o dos semanas, conectando a Asia con Europa en menos tiempo que el Canal de Suez. Esta posible ventaja logística resulta fundamental para las potencias en la actualidad, en tanto las tensiones en materia comercial no dejan de crecer y los Estados buscan superarse mutuamente. No obstante, hay un problema.
No cualquier barco puede navegar las aguas del Ártico. Si bien el hielo va disminuyendo, sigue estando ahí. Conforme a un experto de la región, la zona solo es navegable por pocos meses al año, y es indispensable el uso de barcos rompehielos para lograrlo. A nivel mundial, Rusia lidera la lista de países poseedores de rompehielos con una cantidad estimada de 50 embarcaciones, lo que pone en desventaja al resto de países interesados, no solo en materia comercial, sino de seguridad. Por su parte Dinamarca, que se encarga de los asuntos exteriores y de seguridad de Groenlandia, no tiene en su haber ningún rompehielo para proteger a la isla que se ha vuelto el foco de atención de Estados Unidos, que busca tener bajo su esfera de influencia (y no bajo la rusa) los quehaceres de la región.
Fue el realista Hans Morgenthau (1986) quien destacó a la geografía como un elemento vital del poder. Cuanto más amplio sea el territorio de un Estado, más seguro será. Sin embargo, siempre se corre el riesgo de perder terreno a manos de invasiones de otros Estados, lo que supone una decaída en la moral nacional y, por tal motivo, es necesario evitarlo. El mejor ejemplo lo está dando Canadá, que en el último tiempo ha extremado medidas para reforzar su presencia en las costas que dan a la región ártica, tanto para asistir accidentes en zonas lejanas como para prevenir intrusiones ilegales en territorio canadiense. La ilegalidad no se refiere sólo a las costas: Canadá declara como aguas internas de su Estado a gran parte del Paso del Noroeste.
Pero otro elemento vital que reconoció Morgenthau eran los recursos naturales. Y la región posee muchos, ahora finalmente accesibles gracias al deshielo. Principalmente en Groenlandia, nación constituyente del Reino de Dinamarca, destaca la presencia de níquel, hierro, y las llamadas “tierras raras” en las profundidades de su suelo. Se trata de materiales indispensables para el desarrollo de tecnología relacionada a la energía renovable, como los autos eléctricos. Groenlandia posee una economía pequeña, centrada alrededor de la pesca y sus derivados, y depende en gran medida de Dinamarca para ayudas sociales. Es por esto que la atención que ha cobrado la región podría serle de utilidad para negociar mejores prestaciones con el gobierno danés, o bien para iniciar la transición hacia la independencia, tan anhelada por sus habitantes nativos.