Transformación demográfica y auge de las nuevas derechas en Europa

La pirámide poblacional de Europa demuestra una tendencia decreciente. Frente a ello, surge la necesidad de fomentar políticas migratorias para frenar esta problemática. Esto reavivó la llama de viejas narrativas populistas de derecha que volvieron a cobrar fuerza electoral. Comprender esta contradicción es central para poder explicar el panorama actual del continente.

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Mara Guiducci Galvagna

8/19/20253 min read

Europa enfrenta una encrucijada demográfica y política: la población está envejeciendo y la principal alternativa que poseen para contrarrestar esta tendencia no convence a la opinión pública. Actualmente, el 22% de la población tiene 65 años o más, comparado con el 14% de 1990. El porcentaje supera al de las personas menores de 18, que ronda el 19%. La disminución de la fuerza laboral activa joven, sumado al creciente número de jubilados, plantea importantes desafíos para la Unión Europea (UE), siendo el principal la sostenibilidad del sistema de pensiones.

En este contexto, los movimientos migratorios, mayoritariamente provenientes de África y Medio Oriente, podrían ser una oportunidad para aumentar la masa de trabajadores activos y ayudar a equilibrar la pirámide poblacional. Sin embargo, esta oportunidad choca con los discursos nativistas de las nuevas derechas. Estas entienden a la migración como una amenaza a la seguridad, la cultura o incluso la estabilidad económica.

Flujos migratorios y su impacto económico

En 2023 4.3 millones de personas llegaron a la UE desde países no comunitarios. Aunque esto significa una disminución con respecto al año anterior, las cifras acumuladas son altas. La composición de los flujos migratorios es variada, e incluye a solicitantes de asilo, migrantes por factores económicos, políticos y desastres naturales. La cercanía y las promesas de prosperidad posicionan a la UE como un lugar atractivo para los migrantes, especialmente a los provenientes del norte de África y Medio Oriente.

La población de la UE creció 1.1 millones en 2024 gracias al saldo migratorio positivo. Esto quiere decir que el número de inmigrantes que ingresaron a la región superaron ampliamente al número de emigrantes que salieron. No obstante, la migración no sólo beneficia a Europa demográficamente, sino que también genera un impacto económico positivo: ha cubierto gran parte de la necesidad de mano de obra y contribuido al aumento de la productividad. La inmigración calificada aporta conocimientos específicos y talento, mientras que la poco calificada trabaja en las áreas donde escasea la mano de obra nativa. A esto se suma que una población más grande produce una mayor demanda agregada y, eventualmente, una fuerza laboral más amplia.

La gran mayoría de los migrantes se integra y contribuye a la economía y la cultura de los países a los que llegan. Sin embargo, un amplio sector de la población subestima los beneficios que trae la inmigración y menosprecia el papel que juegan en el mercado de trabajo. Esto se ve acompañado con la idea de que los inmigrantes pagan menos impuestos que los nativos en su misma situación, al mismo tiempo que reciben mayores beneficios sociales. Esta idea, que se convirtió en un prejuicio generalizado, penetra en la opinión pública y la sociedad europea.

La inmigración como bandera política de las nuevas derechas

Las políticas anti-migratorias se han convertido en uno de los ejes centrales de campaña de la derecha europea. Esto tiene raíz en creencias nativistas, que consideran que las naciones deben ser habitadas exclusivamente por su grupo de origen. En general, estas ideas cobran fuerza en períodos de crisis y estancamiento económico, tal como es el caso de la UE en los últimos años.

La migración es central en su discurso, presentándola como una amenaza a la seguridad y un factor central en la destrucción de Europa y su identidad. La narrativa de la “Teoría del Gran Reemplazo” es clave para entender su lógica operante. La misma sostiene que la población blanca europea está siendo sustituida intencionalmente por extranjeros de distintas etnias, provenientes en su mayoría de África y Medio Oriente. Este relato, aunque falso, le permite a líderes como Giorgia Meloni o Viktor Orbán consolidarse y justificar la implementación de medidas restrictivas a los flujos transfronterizos.

Europa atraviesa una sensación generalizada de pérdida de poder económico, que se ve acompañada por el descontento social y la desconfianza a las instituciones tradicionales y los partidos políticos establecidos. Este contexto es propicio para el auge de la derecha radical, que capitaliza la desconfianza y la frustración ciudadana con un discurso xenófobo, nacionalista y excluyente. De esta manera, utilizan a la inmigración como bandera política, actuando como significante vacío y articulador del discurso polarizante.

El futuro de Europa: oportunidad y tensión

La migración es un fenómeno complejo que genera efectos dispares. Por un lado, es una herramienta fundamental para el desarrollo de Europa. Se torna indispensable para atenuar su envejecimiento poblacional y relanzar su crecimiento económico. Por el otro, se convirtió en un instrumento de las derechas europeas para el desarrollo de discursos racistas y polarizantes, que explotan el malestar social para impulsar agendas restrictivas y excluyentes.

El futuro de Europa dependerá de su capacidad para gestionar la migración de manera que aproveche sus beneficios económicos y demográficos, a la vez que aborde las preocupaciones sociales y económicas de los individuos.