Turquía y su apuesta para posicionarse en el marco internacional
En los últimos años, Turquía puso el sello a acuerdos económicos y militares con diversas naciones con el objetivo de consolidarse como el principal poder de Medio Oriente. Se posicionó como promotor de cambios de régimen político, se manifestó en apoyo de gobiernos totalitarios y generó lazos de dependencia. A través del empleo de prácticas políticas cuestionables en países vulnerables, Turquía generó influencia entre sus vecinos. Las diferentes estrategias de política exterior del régimen turco nos dan un indicio sobre sus tendencias “proto-coloniales” y sobre su rol en diversos conflictos y naciones.
DESTACADOSPOLÍTICA INTERNACIONAL
Desde los inicios del mandato presidencial de Recep Tayyip Erdoğan, allá por Agosto de 2014, Turquía ha aumentado drásticamente sus actividades en el extranjero y su presencia en Asia y África. Bajo su gobierno, el país experimentó un creciente sentimiento de nacionalismo y de nostalgia por los años del Imperio Otomano, donde Estambul supo ser uno de los principales centros políticos del mundo. Si bien es consciente del orden internacional contemporáneo, no es secreto que Erdoğan está llevando a cabo un intento por posicionar a Turquía como el líder político y militar de Medio Oriente.
Siria
Un ejemplo del involucramiento turco en el extranjero es su rol en la Guerra Civil Siria. Tras los levantamientos de la Primavera Árabe en 2011, Siria experimentó años de convulsión política, marcados por disputas internas entre diversos grupos. El régimen de Bashar Al-Assad se vio enfrentado a diversos actores subnacionales, entre ellos el Ejército Nacional Sirio (ENS), formado por desertores de las filas de Al-Assad, y por remanentes de diversos grupos que se levantaron en contra de su autoritarismo. No casualmente, el actor principal de la resistencia fue el ENS, gracias al apoyo directo de Ankara, capital del país y sede del gobierno turco. Turquía entrenó y financió a la milicia con el fin de derrocar al régimen y de establecer un gobierno afín.
Hacia fines del 2024, cuando los esfuerzos turcos parecían no haber dado frutos, y con el ENS dispersado, la facción islámica Hayat Tahrir al-Sham, encarnó los esfuerzos contra Damasco y derrocó al gobierno. Por fuera del apoyo oficial al ESN, Erdoğan también había estado financiando indirectamente a este grupo, en el cual identificó un potencial aliado en caso de establecerse en el poder Hoy en día, Turquía se presenta como el principal promotor y garante de la seguridad y la paz dentro de Siria, cuyo gobierno aún carece de legitimidad y de control efectivo sobre el territorio. A través de lo sucedido en Siria, Ankara demostró a Medio Oriente que tiene la capacidad de dominar la política, tanto interna como externa, de un país vecino.
Libia
En Libia, Turquía aprovechó un tumulto político similar. En 2011, producto de los levantamientos de la Primavera Árabe, el líder libio Muammar Gaddafi fue derrocado, y años después, el país cayó en una guerra civil. Turquía, consciente de la importancia geopolítica de Libia y de sus recursos naturales, intervino rápidamente en defensa del Gobierno de Unidad Nacional, quién le ofreció ciertos beneficios a cambio de ayudarlos a lograr la unidad nacional. Tal como en Siria, aquí encontramos a Turquía actuando en base a sus intereses políticos y económicos. Actualmente mantiene una fuerte presencia militar en el país, con más de 2200 efectivos desplegados entre soldados del ejército y contratistas privados. En simultáneo, Ankara firmó un acuerdo con Trípoli para intercambiar inteligencia y una serie de tratados que le permiten a Turquía explorar el lecho marino Libio, donde se sospecha la existencia de grandes yacimientos petrolíferos. Además, empresas privadas turcas invirtieron en diversos proyectos de infraestructura en el país, en un intento de aportar a la reconstrucción tras una prolongada guerra civil.
Somalia
Por su parte, Somalia recibió el despliegue militar turco de mayor envergadura. Un país con una inmejorable posición estratégica, en las últimas décadas se vio plagado por el terrorismo y por actos de violencia facciosos. La legitimidad del gobierno de Mogadishu había disminuido drásticamente y Ankara vio una oportunidad económica y geopolítica al ofrecer sus servicios al gobierno somalí. Además del entrenamiento de soldados y de la venta de armas, Turquía garantizó su presencia efectiva en el Cuerno de África estableciendo una base militar en 2017. Asimismo, ofreció su apoyo a la marina con el fin de controlar las aguas y de disminuir la piratería. Tras estos esfuerzos, Turquía se aseguró el control del 90% de los hidrocarburos hallados en el lecho marino, en un acuerdo similar al establecido con el gobierno libio. Pero los vínculos van más allá de lo económico y militar: Turquía promueve el intercambio cultural, y organizó un amplio programa de becas con el fin de atraer a estudiantes somalíes, pero con la verdadera intención de establecerse como referente político y como el eventual salvador de la nación.
La estrategia de Turquía: ¿un régimen colonial?
Turquía está dispuesto a intervenir en conflictos, desestabilizar naciones y hasta forzar cambios de régimen en caso de identificar oportunidades políticas y económicas. A través de estas prácticas, Ankara se estableció en la región como un actor a considerar y como garante de la seguridad nacional en países fragmentados. Allí es donde obtiene su legitimidad, y el visto bueno de gran parte de la población. La realidad sugiere que Turquía está estableciendo lazos de dependencia y enriqueciéndose en base a estos acuerdos. Esta estrategia puede ser considerada como un despliegue “proto-colonial”, a través del cual Turquía está garantizando su acceso a una cantidad innumerable de recursos naturales, pertenecientes a países en situaciones de vulnerabilidad.